miércoles, 6 de abril de 2011

Wakala

foto vía read-me-all.blogspot.com
Es vox populi en la comunidad masculina que mientras más ruidos haga un hombre, más confirmado es su status de macho. Ruidos, entiéndase, desde los clásicos eructos (mi hermano puede pronunciar el alfabeto, o decir: “Luke, I am your father” todo de seguido, mientras eructa. Algo digno de ver, les digo), los sonidos de pescado muerto cuando se meten la mano debajo del brazo y aprietan, los ruidos de escarbarse los dientes con la lengua o con un palito cualquiera…en fin, ya saben de qué hablo.



El domingo fuimos a la igle con el esposo. Y si bien el esposo se manda su partida de ruidos ratificatorios de su status masculino con regularidad diaria, esta vez nos tocó sentarnos detrás de un señor que probablemente haya marcado algún tipo de récord Guinness en ruidos molestos. Desde que me senté, en lugar de prestar atención a lo que estaba pasando al frente, lo único que pude hacer durante las dos horas siguientes fue mirar al señor que, muy orondo, estoy completamente segura que jamás se dio cuenta de que estaba en un lugar público, rodeado de cientos de personas que no fueron ahí para ver su petit espectáculo.


No estoy exagerando, les prometo: el hombre eructó (BRRRRRRPPP), se metió el dedo en la boca al punto que pensé que estaba tratando de hacerse vomitar a si mismo, se mordió las cutículas (CHUPCHUPCHUPCHUPCHUP) y encima tenía un bigote gordo como un cepillo de lavar ropa que se movía de un lado a otro de la cara mientras se mordía! Ahí el esposo y todo ya estaba impresionado, y nos mirábamos y tratábamos de no estallar en carcajadas-y quien haya escuchado mis carcajadas, saben que probablemente hubiéramos terminado siendo echados de la igle-.


El grand finale vino con los sonoros anuncios de que estaba limpiando sus dientes con restos de comida (ya saben CHHSHCHCHSCHSHH), ahí sique ya no nos aguantamos y saltó la carcajada. En eso termina el servicio, y al levantarnos, no, no, esperen, en serio, SE LEVANTA Y SE ACOMODA EL PAQUETE, todo esto frente a la que supongo era su hijita de unos 10 años. Finalmente, procede a rascarse la cola y enfilar, impertérrito, hacia la salida.


No hay mucho que pueda decirles aparte de esto. El post de hoy no tiene moraleja. No entiendo de las necesidades de expresión onomatopéyica de los hombres. La mayoría de los sonidos que emitió son definitivamente inaceptables en nuestra sociedad, y sin embargo, este individuo se sintió completamente capaz de hacerlos a sus anchas…y yo no tomo una postura hoy, estoy extremadamente cansada con la cantidad de malas noticias, dengue, etc. como para decir nada. Demasiado nomás quería contarles.


Saludos bigotudos!
 

3 comentarios:

La verdad a su justa medida dijo...

Jajajaja simpatico el post, basada en la vida real jajajaja

Elda dijo...

Como te escuche hoy..haría cuí este post y se lo haría comer a algunos señores... aunque sé.. que estas cosas no pasan en mi iglesia eh..JA JA

Yvonne Boss dijo...

jajajaja totalmente cierto pao y solo vos lo podes describirlo así, hasta le pude cara al señor jajajaj

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