lunes, 5 de agosto de 2013

Por una letra

Una de las piedras estructurales de este blog, es el nivel de colgadez del esposo. En repetidas ocasiones hemos demostrado a través de fehacientes pruebas que precisamente la atención no es su fuerte. Y uno diría que con los años se van aprendiendo lecciones que nos permite pulirnos a nosotros mismos y no seguir repitiendo errores que nos valgan malos ratos o en el peor de los casos, papelones públicos. 

Pero si así fuera no tendría hoy una historia con la cual regalarles. Y acá va: el sábado de mañana, repasando todas las cosas que teníamos que hacer ese día el esposo informa que quiere comprarse un buzo de gimnasia, para entrenar. Como no, le digo, y partimos a hacer nuestros quehaceres de fin de semana. Dejamos la visita a la tienda para lo ultimo, y el esposo, en su mas pura expresión, decide ir a tres distintas tiendas, preguntando y fijandose con toda minuciosidad en cada detalle de cada modelo disponible en cada lugar. Salir de compras con el esposo hace que yo me vea como una dulce palomita en el mismo terreno.

Entonces, y cuando finalmente tomo una decisión, arranco el proceso de prueba. Se fue al probador, donde fui convocada repetidas veces para dar mi opinión del conjunto visto desde todos los ángulos posibles. Primero se probo el L, que juzgo le quedaba muy Jay Z, y decidió probarse el M. Nuevamente repetidas llamadas para opiniones diversas. Que si el largo sobre el tobillo, que si la costura, que la campera, que la goma. Finalmente y después de un juzgamiento digno de actas electorales, decidió que llevaría el M. Vamos a la caja, se paga, y nos retiramos.

Asi llegamos de lo mas contentos a casa. Ahora, el esposo tiene un particularidad sobre todo lo que compra: tiene que llegar y probarse de inmediato. Posteriormente tiene que pasear por toda la casa y mostrarme nuevamente lo que ya vi hasta el hartazgo en la tienda. Entonces, yo ya sabia lo que iba a suceder. Entonces estaba yo preparandome para dormir una linda siesta mientras escucho un grito atronador:

"NEEEENAAAAAAAAAAA!!!!!!" 

Corro esperando encontrar al esposo caído, alguna tragedia, no sé, y le encuentro parado en el medio de la sala agarrando el pantalón como si fuera una comadreja que acaba de matar y me informa, por completo indignado: "Me dieron L en vez de M!!!!!!"

"y bueno, habrá que ir a cambiar" le digo. No hay muchas opciones cuando pasa algo así, o uno se conforma o marcha directo de nuevo para corregir el error. 

"vení conmigo" me dice. Ahí va mi anhelo de dormir la siesta un sábado.

Subimos al auto y partimos de vuelta camino a la tienda. Llegamos y decido, no se por que, quedarme a esperar en el auto. Baja el indignado ahorcando la bolsa de compras y marcha adentro. Cinco minutos después vuelve a salir y se mete rapidísimo en el auto.

"que pasó?" pregunto.

"entre y grité que el servicio era una vergüenza y que me dieron L en lugar de M", dijo el esposo, con mirada culpable.

"y que pasó?" pregunto de vuelta, no tan segura de querer saber..

"abrieron la bolsa y me mostraron que era M. Para mi que me dieron L, pero era M. Vamos rápido, nena"


Eso me va a enseñar a mirar yo el tamaño de lo que se trae a la casa. Adiós, siesta. 
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