lunes, 18 de octubre de 2010

Los hombres y la menstruación

Oh, no, Ña Pao dijo las dos palabras más incompatibles en una oración! Lo digo de vuelta: los hombres y la menstruación. Qué cosa complicada. Hace rato vengo pensando y descartando temas para el próximo post, pero el otro día se me prendió la lamparita viendo una de mis series favoritas de todos los tiempos: The office. El personaje de Dwight le pregunta a una llorosa Pam (que llora porque se siente devastada al ver que Jim ya le quiere a otra y no le va a esperar a que ella se deje de joder y se decida) “so, you´re pms´ing pretty badly, huh?” (y, tenés el síndrome pre-menstrual muy fuerte, no?). Pam le mira y ni se molesta en contestarle.


La historia de la incomodidad de los hombres con el período es larga como la existencia de la humanidad. Me pregunto cómo habrán hecho las pobres mujeres cavernícolas para tolerar el malestar, la incomodidad, el dolor y el asco de los barbudos de sus cónyuges mientras pasaban por esos días del mes. Por ahí se retiraban a un lugar de claustro, porque estaban (como tuvieron el tupé de decir en la Biblia y tengo bien anotadito en mi lista de “cosas a preguntarle a Dios en vivo cuando me muera”) impuras. IMPURAS! Ni siquiera voy empezar a ventilar la sarta de insultos afines que podría tirar encima de esos “caballeros” que probablemente nunca se pusieron a pensar que la razón por la que llamaban impura a una mujer era la misma que les permitió ser concebidos por sus mamás y ser los dechados de sabiduría que pretendían ser. Chedió, qué joven iba a morir si nacía en esa época yo.




Volviendo hacia nuestros tiempos, el tema sigue teniendo la misma reacción, solo que con un velo de disimulo..ya saben: liberación femenina, derechos humanos y esas cosas. Pero no quita que el 99% de los machos del planeta pongan cara de oler cebolla descompuesta a la mera mención de “toalla higiénica” (también conocido en Paraguay como modess, porque tenemos la costumbre de llamar a los productos genéricos por sus marcas más conocidas. Ej: “Dame un kolyno. Una coca quiero, qué sabor? Fanta”). Entonces ni vamos a hablar de cuando finalmente tenemos que lidiar con el indeseado visitante del mes, que trae todas las inconveniencias sabidas, y que toleramos resignadas porque sabemos que es la garantía de nuestra fertilidad. En mi caso personal, el día que muy emocionada compartí con mi papá la llegada de este hito en mi historia, recibí un escueto y seco: “de esas cosas no se hablan, mi hija. No tenés que andar contando”, como si le hubiera confesado que simpatizaba con Hitler y quería afiliarme al partido nazi. Ahora a lo que quiero llegar el día de hoy es a la costumbre insoportable de que los hombres atribuyan cualquier conducta femenina que no sea de su agrado al SPM (síndrome pre-menstrual, para aquellos iliteratos en el asunto).


No se trata de una alucinación mía, estoy segura. Batallas épicas se han librado en mi hogar ante la sola mención de que el hecho de reclamar algo es prueba que estoy al borde de mi regla, y ojo que el esposo es de los mejorcitos que conozco a la hora de manejar el asunto. He oído, visto y leído incontables alusiones al respecto, pretendiendo ser cómicas (sres. Guionistas de series y films que piensan que son omniscientes y la definición pura del humor: no lo son). Los hombres han hecho esto por tanto y tan largo tiempo, que casi ya se creen el cuento de que si una mujer reclama algo como una media tirada en el medio de la sala, o una llamada a la hora de avisar los planes para cenar, o simplemente está teniendo un mal día es porque “está histérica con su menstruación”. Déjenme decirles una cosa: nos tienen podridas.


No solo somos las mujeres las que debemos concebir, cargar 9 meses al fruto de la unión, conllevando con eso fluctuaciones de peso, estado anímico y cuenta hormonal, sino que debemos, desde el alba de la adolescencia, tolerar de tres a cinco días con incomodidad, inoportunidad e incapacidad de revertir la situación, porque es evidente que si ustedes tuvieran que vivir el trance caerían desmayados a la primera mancha roja. Quiero verlos con el dolor de cadera y de espaldas que producen los espasmos, quiero verlos con las hormonas infladas y el tener que reprimir durante días las ganas de llorar y de mandar a todos al cuerno de la no-abundancia, mientras tenemos que hacer todo como si fuera que no pasa nada en nuestros cuerpos, porque si no aguantás para qué querés salir de tu casa, mi reina. Y todavía tolerar a los chicos en el trabajo-universidad-club-loquesea tirando jodas de “cuidado que le está visitando Andrés*”? no, marmota, la verdad es que no siento la más mínima molestia de caminar con un colchón en medio de las piernas, ni la humedad, ni el dolor, qué me va a molestar, dejame que te tiro un besito mientras te sirvo café. Y la mayoría del tiempo tenés que hacerlo en tacos altos y maquillada.


Tenemos que hacerlo todo igual, por la tan mentada igualdad de sexos, que de iguales no tienen nada; nosotras cargamos con una desproporcionada cantidad de peso, si me disculpan. Si el hombre es la cabeza del hogar, se viene mostrando durante muchos más años de los que me interesa contar una falta de respeto alevosa a la figura y tarea de la mujer. No es tirar manteca al techo, mis hijos.


Hoy quisiera terminar con un encarecido pedido de aggiornamiento a los señores que se creen muy chistositos cuando sacan la gracia del “estás por tener tu período, verdad?” cada vez que una mujer tenga una reacción que denote emoción. Las mujeres somos emocionales, en mayor o menor medida. Y hay días del mes, en que en mayor o menor medida, lo somos más. Y no es motivo que justifique burla o la comodidad de no tomarse el tiempo o el esfuerzo de entendernos. Si vamos a hacer equipo, sea romántico, laboral, deportista o cual sea, necesitamos que comiencen a respetar el trabajo que hacemos manteniendo en el aire las pelotitas de la vida con cargas que ustedes no llevan ni llevarán. Porque ponerse en nuestros tacos, está claro que no lo pueden hacer.


Pd: para los cínicos que ya están especulando, no, no estoy al borde ni cerca de esos días del mes. Gracias.


*Andrés: en Paraguay, palabra alusiva al período, que “te visita cada mes”.

4 comentarios:

Unknown dijo...

excelente!
asi tal cual!



cada vez mejor!
lovia
= )

David dijo...

de esas cosas no se hablan...

Unknown dijo...

Muuy cierto... aparte me iso reir mucho!!! Muy divertida...😂

Unknown dijo...

Muuy cierto... aparte me iso reir mucho!!! Muy divertida...😂

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