viernes, 22 de agosto de 2008

Los hombres y su hemisferio izquierdo sin usar.

No recuerdo donde leí que los hombres tienen el hemisferio izquierdo del cerebro sin utilizar por la gran mayoría de sus vidas, he ahí el porqué el hombre se muestra básicamente incapaz de mostrar sensibilidad ante lo tierno, lo dulce, lo romántico, lo melancólico, siendo nosotras todo lo contrario (y dando lugar a las especulaciones absurdas de que las mujeres por ende somos incapaces de manejar situaciones de presión o riesgo, por nuestra sobrada emocionalidad). Y por supuesto esto incluye el tema tan particular y nunca del todo comentado de las fechas.

Ahora, tuve una conversación con una prima mía que lleva casada unos años, y me decía ella, de lo más segura de sus afirmaciones, que el hombre en realidad es perfectamente capaz de recordar fechas y de comportarse civilizadamente en cuanto al cortejo de una mujer después de haberse casado con ella, porque todos sabemos que un hombre interesado en ganarse la atención de una señorita no tendría problemas en escalarse el Aconcagua en hawaianas y con un cacho de bananas en la espalda, si fuese necesario. Esta consentida prima mía sostiene que el hombre, una vez aclimatado en lo que será su rutina doméstica con la mujer que lo acompaña en el matrimonio, evalúa sus posibilidades, y comienza un proceso de autoconvicción, y de convencimiento a la otra parte, por supuesto, de su incapacidad genética de mostrarse atento a las cosas que a las mujeres nos resultan importantes; y sobre todo, que es obligación de una mujer reclamar estos gestos de atención que nutren la relación amorosa en la pareja, si no, básicamente, te jodés por estúpida, decía ella. En otras palabras, el hombre se achancha y, bien acomodado en su chiquero, comienza la fiesta del barro.


Hoy se cumplen dos meses de mi boda… esta mañana esperé que mi esposo diga algo, o recuerde que fecha tan trascendental marcaba el calendario. Pero evidentemente, mi esposo también engrosa las filas de los privados del hemisferio izquierdo, y resumió su rutina diaria sin mayor novedad, es así como le anuncié con un poco de vergüenza que le había hecho un regalito, y se lo presenté en el desayuno. Normalmente y si leyeron más arriba, mi otra mitad no es lo que se dice muy despabilado por las mañanas, así que leyó y me dio un lindo abrazo, pero después de haberme negado que hoy se celebrase algún tipo de aniversario nuestro. Los hombres no van a caer jamás sin dar batalla.

No quisiera que se malentienda lo que digo, no soy una de esas enfermas de las fechas (“cómo! Te olvidaste que hoy es el mensuario numero setenta y dos de la primera vez que me miraste??”) pero por alguna rara razón, desde el matrimonio, creo que llegar al hito de un mes más es todo un logro, vistas y consideradas las condiciones. A veces me da la impresión de que pasar un día es una victoria olímpica, pero tampoco ando solicitando aplausos por eso. En fin, me resultó notable comprobar como de no importarme y de hasta olvidarme yo misma de las fechas de aniversario en mi noviazgo, pasé a ser una más de las quejonas que se lamentan porque el marido se olvidó del cumplemés de boda. Toda una revelación para mí, y un desafío de comprobar realmente si él tiene sin funcionar ese tan mentado hemisferio, y si lo tiene, ponerlo a funcionar, quinotos, que necesito que me dé su atención, o corro el riesgo de empezar a ponerme ruleros y un delantal y voy al super con una bolsa de lona.

2 comentarios:

Melissa Ramos Vaesken dijo...

jajajaja! me encanto! rode de la risa, pao!

Victor R. Vasconsellos K. dijo...

Fallaste, en mi caso es al revez el tema XD

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