miércoles, 10 de septiembre de 2014

Dónde comemos?

Desde el inicio de este humilde blog hasta hoy día hubo crecimientos de todo tipo y en todas las áreas de mi vida. Una de las cosas que aprendí de las que el esposo saca rédito, es a cocinar. No es así que soy la heredera de Rodolfo Angenscheidt (*), pero cocino todos los días y me gusta. 

Pero hay cosas que nunca (pero nunca jamás) cambian. Como por ejemplo que el esposo no tiene idea de donde está ninguna cosa y tiene que pegar gritos desaforados preguntando donde están cosas tan cotidianas como su cinto, una raqueta, jabón, analgésicos y así. 

Tampoco ha cambiado mi rutina de dejar ciertas cosas en lugares que irritan al esposo y viceversa, en un círculo vicioso de volvernos locos mutuamente que nada tiene que ver con las mariposas en el estómago del noviazgo.

Y otra de las cosas que no ha cambiado en estos 6 años de convivencia es la indecisión a la hora de salir a comer.

Normalmente y dado mi descubrimiento de la cocina como vía de escape ante el stress diario, comemos en casa. Pero llegado el viernes, queremos salir a probar algo que no haya sido hecho en casa y ahí vamos, cabelleras al viento (la mía, el esposo es pelado, aunque si uno lo mira fijo, puede literalmente ver como le crece el pelo), en busca de cosas ricas para comer. Hasta que llega el momento temido:

"Dónde vamos a comer?"

"No me importa, elegí vos"

"Vamos a X"

"No, no quiero irme ahi"

"Y a X?"

"Siempre nos vamos ahí"

"Y decí vos entonces"

"No sé yo, me da igual, vamos a donde quieras"

Este baile puede durar varios minutos, hasta que, irritados, no llegamos a consenso alguno y terminamos en el lugar de siempre, con pucheros en la cara.

Somos nosotros nomás? Diganme que no. Mientanme y diganme que ustedes están ahí, al mismo tiempo, dando vueltas por la ciudad, queriendo ser espontáneos y terminando en el mismísimo lugar de siempre. 

Si tan solo hubiera un manual para la espontaneidad... 

E'a.

* También conocido como El Chapori.

3 comentarios:

Cristian Ochoteco dijo...

Manual para la espontaneidad, ja!

Vayen a Las Cañitas, si es que todavía existe y tiene esas picadas mágicas que comimos ahí con Nati. También hay un restaurantito español por la zona de nuestro ex depa, por una de las calles que bajan hacia el río, no remembor. La Picada Gran Britania también te saca alegremente de un problema de escasez de ideas. Y el asado de Berta es rico, poderoso, mítico, míssstico y también te da la oportunidad del Safari Feeling pa un sábado al mediodía.

Salú!

Sofia Bareiro dijo...

Hagan una lista de los lugares que quieran conocer, y luego, sorteo!

Elda dijo...

Evidentemente me copé y en vez de servir la comida estoy leyéndote. Pero como nadie va morir, me reporto, y si te sirve de consuelo la discusión en mi "dulce hogar" es entre seis. Uno no come carne , el otro solo quiere carne, y asi... interminable. Al final decide quien maneja y estaciona el auto en el mismo lugar de siempre. :D

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