miércoles, 20 de marzo de 2013

La Opera y el Papa

Desde que era chico, el esposo manifestó un notable amor por la música. Tanto así que se juntaba con su hermano Huguito e inventaban canciones que cantaban a voz en cuello y ad nauseam todos los días, para gran irritación de sus padres. Llegaron a hacerle una canción a la banana, decía algo así como "quien oh matutino banana
q q q q q quien Oh  matutino banana " y fue en esa época mas o menos donde su mama tomo la sabia determinación de mandarlos a cantar a un coro para que, en sus palabras, "canten cosas que por lo menos tengan sentido".

A lo largo de los años el esposo me nutrió y compartió conmigo mi amor por los musicales, y cuando la Opera de la Uninorte presento el fin de semana pasado la obra de Rossini El barbero de Sevilla, nos anotamos enseguida para ir a ver. Ahora, como ustedes saben, siendo una fanática de la moda, busco cada ocasión posible para sacar mis mejores galas a relucir, entonces; prepare un conjunto y mis más preciados zapatos para el evento y partimos enpitucados al teatro.

Así llegamos y, oh sorpresa, vemos bajar a una pareja que entra delante nuestro al teatro. La tenida de el? nono, en serio, espero que estén sentados para esto: bermudas y zapatillas. ZAPATILLAS. Le faltaba su tereré y completaba su atuendo futbolista en tiempo libre. Me quedé mirando y le dije al esposo, "nah, seguro le va a acompañar a su novia a la entrada y se va". Pero no, el wannabe futbolero y novia entraron al coliseo más emblemático del país y se sentaron, listos para la función, y yo ahi, que por poco y no llevé tocado de plumas. Solo en Paraguay.

Acto seguido, en el Intermedio, había gente que se levantó y salió al lobby, y gente que decidió quedarse. Nosotros nos quedamos conversando, mientras en el palco de al lado había una pareja de señoras que estaba haciendo lo mismo, a un volumen bastante mas alto, tengo que decir. Y aquí un punto importante que todos debemos entender, particularmente los latinos: no porque estés en un intermedio o en un sitio público tenes el derecho de aturdirle a todos con el volumen de tu conversación. A nadie le importa lo que estas conversando. Respetemos el espacio de los demás. Volviendo a nuestras vecinas de palco, una de las señoras saca su teléfono y se pone a mirar, a todo volumen, esperen…

EL PAPAAMERICANO.

Si, ese videito detestable que parodia la conocida canción haciendo honor al nuevo Papa latino (lo de su nacionalidad no toco porque ya esta siendo suficientemente cubierto por medios de su país, por no mencionar al esposo, que ante cualquier situación -lease cualquiera- sale con "eeehh!! que el papa es ARGENTINO!!"). Se puso a ver todo el video, a todo lo que daba su teléfono. No les miento. Todos los que nos quedamos nos dimos la vuelta a mirarle y creo que hasta le daba un placer sádico, porque se sonreía, sabiéndose observada, y miró hasta el último segundo del espanto ese. 

Esto pasó en la Opera, no me quiero imaginar lo que pasa el Veracruz de Villa Elisa. En serio no quiero. 

1 comentario:

Cristian Ochoteco dijo...

Qué suerte que nunca hicimos una salida en pareja a "un teatro de ópera" Pao...

No me ibas a querer como acompañante, ja!

Abrazos pa los dos emmmmpitucáus!

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