miércoles, 30 de marzo de 2011

Musa vos, musa yo.

Una de mis comidas favoritas en el día es la merienda. La merienda es algo que se asocia con el final de la jornada laboral, y si tenés suerte, amigas con quienes sentarte y chismo..errr… charlar sobre las cosas de la vida.


Ayer tuve el gusto de cumplir ambas cosas. Por invitación de Elda (cómo! No saben quién es Elda? Inaceptable) fui a la merienda de presentación de Musas, el evento organizado por Unilever del Paraguay para su marca Dove, con el fin de apoyar a AMACMA (Asociación de Mujeres de Apoyo contra el Cáncer de Mama). En la merienda se mostró el trabajo fabuloso de mujeres inspiradoras como la escultora Rosa Brítez, la DJ Naty Doljak -en cualquier momento le copio el flequillo- que pasó música, y se presentó la colección de remeras diseñadas por Romina Rufinelli, de las cuales cuando las compras, un porcentaje va a AMACMA, que tiene un montón de proyectos para ayudar a pacientes oncológicas y a concientizar a mujeres como vos y como yo que, admitámoslo, posponemos más los exámenes de mamas y visitas al mastólogo que las visitas a los suegros.


El cáncer de mama es la principal causa de muerte femenina por cáncer en el mundo. En Paraguay, la segunda causa de muerte por cáncer. Y sería demasiado hipócrita si les dijera que yo me hago los exámenes periódicamente, pero al ver ayer a Deborah Soerensen, entregando un poderoso testimonio de resiliencia, ganas de vivir, optimismo y fe, creo que tendría que ser extremadamente irresponsable para no hacerlo en el futuro. Me lo debo a mi paz mental, a mi esposo, a mi familia y a mi; en palabras de Maricha Olitte “cuerpo, templo del chism..errrr…Espíritu Santo y toas cosas”.


Bien jugado Dove al apoyar una causa que se asocia con lo real y lo trascendental, y a las mujeres de AMACMA gracias, porque nos recuerdan que la belleza es efímera por fuera, pero permanente y siempre más poderosa, por dentro.


No se olviden de buscar las remeras diseñadas por Romina! Estarán disponibles en Maestro, Wanama, La Trinidad, Portsaid, Mimo, Paola Maltese y Dora Vera.


Y si pueden, pónganse el lazo rosado! Aparte de significar tu apoyo a la causa, queda totalmente encantador.



*no dejen de mirar las fotos del evento en la Fan page de Dove Paraguay!

lunes, 28 de marzo de 2011

Vida, muerte y fiesta.

Por parte de mi papá, somos gente del campo. El es un hombre que salió jovencito de su casa rumbo a la gran (?) ciudad, con el sueño de ser abogado y así ser el primer graduado universitario de su familia. Lo logró. Pero como las raíces de uno son casi tan fuertes como la sangre, el campo siempre estuvo dentro de el.. al punto que apenas pudo juntar el dinero suficiente, papá compró tierra y un puñado de animales que pudiesen convertirse en su heredad.


Uno de sus anhelos más grandes fue tener hijos varones a quienes enseñar la tradición y a quienes adiestrar en la cría de ganado, el manejo de una estancia y el cuidado de la tierra. En esto no se le cumplió el sueño: tuvo tres hijas. Yo siempre quiero pensar que Dios le dio hijas porque las mujeres queremos con el corazón, así que siempre va a tener tres mujeres dispuestas a amarle no importa lo que pase.


Y como el y mi mamá se divorciaron cuando yo tenía 11 años, nuestra vida quedó relegada al aspecto urbano. Nuestras visitas al campo fueron más esporádicas, y nuestros intereses se desviaron hacia otras cosas.


Mi cabeza, particularmente, estaba llena de pedos rosados, pensando que para los 25 años iba a ser el flamante reemplazo de Patricia Janiot en CNN en español. Claro, eso no pasó. Después soñé que iba a ser tan buena en radio que el propio Pergolini me iba a llamar y ofrecer un puesto en la Rock & Pop y por supuesto, eso tampoco pasó, pero todavía y sorprendentemente, me pagan por hacer radio. Me acuerdo como hoy cuando le anuncié con todas las ínfulas del planeta a mi papá que quería ser periodista. Sus gritos de histeria (él esperaba que yo fuese abogada, como él) solo eran sobrepasados por la gigante decepción que veía en su cara. Aún así, prevalecí, y el, aunque decepcionado, me aplaudió el día que recibí mi título en la UNA. Todos estos años supe que no soy lo que esperaba mi papá, desde el punto de no ser hombre.


Sin embargo, hace un par de años la sangre, que no es agua, empezó a vaciar mi cabeza de los pedos rosados y a meter ideas e imágenes bastante específicas. Cabezas de vaquitas, el cerro Ysaú que se levanta frente a la estancia de papá, el viento soplando fresco en mi cara, bosques de bambú que están cerca de un arroyito de agua helada, bailaban en mi cabeza y cantaban una canción que sonaba como una llamada para volver a casa.


Así que nos sentamos a hablar con el esposo, y después de llegar a un acuerdo, le planteamos a papá comprar animales para que nos los críe, y comenzar a involucrarnos más en la estancia. El estaba tan escéptico al respecto que tardó 6 meses en tomarnos en serio. Pero finalmente lo hizo, y el sábado marcamos oficialmente a nuestras 5 primeras vaquitas: Marta, Flora, Rosa y Graciela; la quinta todavía no tiene nombre porque acaba de nacer. Por primera vez ví orgullo en la cara de mi papá… mientras marcaba a cada una con mis iniciales me preguntaba si saqué la foto, o nos llamaba para que subamos y les toquemos. Estaba inflado como un pavo real. Fue un día de celebración de la vida.


Al día siguiente teníamos la fiesta de Aniversario de la Asociación de Jinetes de la estancia, así que era un día muy movido (son como fiestas patronales, con asado a la estaca, mandioca en bateas, bandita en vivo, animadores y hasta 1000 personas, entre curiosos y jinetes y amazonas invitados a desfilar y mostrar sus destrezas). Papá iba a montar a su caballo, Mariscal. Un caballo árabe blanco que, por falta de otras palabras para definirlo y con las disculpas del caso por la cursilería, no era otra cosa que magnífico. Los que se rían con el nombre tienen que entender que mi padre es uno de esos hombres machos de pelo en pecho; los nombres que les pone a sus animales son todos exponentes y representantes de hombría: Magnum, Centauro, Tyson (tiene un perro Tyson y un toro Tyson), y así.


Los caballos, si bien una de las especies más fuertes, son terriblemente delicados a la hora de enfermarse. Una enfermedad puede llevarse a un caballo en cuestión de una hora. Y Mariscal en la tarde del sábado empezó a desarrollar síntomas de cólicos. Todos desesperados tratamos de ayudar..el esposo le frotaba hielo en la frente tratando de que le baje la fiebre y mi papá trajo a alguien que le ponga suero, y después de un tiempo de espantosa preocupación, el caballo mejoró. Hasta relinchó un poco. La gente se relajó y se comió una oveja matada para la gente que estaba preparando la fiesta del domingo.


Y al día siguiente, me levanté para empezar los preparativos cuando salimos y encontramos a Mariscal, gris y respirando fuerte. No quiero contarles lo penoso que fue ni como mi papá recorrió despavorido los kilómetros que hacían falta para traer al que le daba los remedios. En una hora, el pobre caballo se desplomó en la tierra justo cuando su dueño llegaba con la ayuda que era demasiado tardía.


En la ciudad tenemos otro tipo de reacción ante la muerte. Buscamos forzar de todas las formas posibles las cosas y actuamos con pavor ante el desenlace. En el campo hay una especie de aceptación innata del ciclo de la vida y la muerte que, malentendida, parece desinterés. La gente ama a sus animales, pero también saben que son su alimento y su sustento. No hay pasmo en carnearlos, es simplemente el ciclo cumpliéndose. Mientras yo lloraba gruesos lagrimones por esa hermosa vida que se fue sin ton ni son, los hombres acomodaron al caballo y algunos fueron a buscar el tractor para llevárselo, el resto se levantó y volvió a las actividades para preparar la fiesta. Mi papá se retiró al fondo a buscar las herramientas para sacarle las herraduras a su espléndido amigo. Yo, sin saber muy bien qué hacer en estos casos, le seguí..


Cuando llegué junto a el me quedé parada, torpe, lagrimeando. Y el, en una movida no muy común para un hombre rudo, me abrazó y mientras me secaba la cara y yo veía con la más grande sorpresa del mundo como le corrían las lágrimas al hombre que yo comparo con Superman me dijo: “no llores”. Debe ser el momento de mayor cercanía que haya tenido con él hasta ahora.


La fiesta salió como se esperaba. El anfitrión sacó pecho y sonrió y compartió con todos. Montó a Magnum, mi favorito y hasta recibió un reconocimiento de parte de sus hijas en un discurso que hice con la voz quebrada.


Y hoy me siento después de enfrentarme con la jungla de tráfico, y de pelearme con un tipo que me pegó el vidrio por negarle plata, y de escuchar malas noticias en los medios como para toda la semana y para un ataque de histeria colectiva y pienso en la gente del campo, donde las malas noticias se aceptan con calma, porque saben desde lo más hondo que todo es parte de un ciclo.


Y saben qué? Creo que no van a pasar muchos días hasta que vuelva. No soy hombre, pero puedo aprender lo que mi papá me quiera enseñar.
Mariscal
*foto vía Daggmy

viernes, 11 de marzo de 2011

No hay ley que ampare al estúpido.

Muchas veces escuché decir que los profesores más exigentes, los docentes más firmes con nosotros, si bien no son los más apreciados en la adolescencia, ciertamente son los que recordamos con más cariño en la madurez.


Recuerdo vagamente, como en un sueño, a un profesor de física que (seguramente debido a que tenia media docena de hijos y su sueldo simplemente no le alcanzaba para darles una vida digna) te daba a entender que tenías que tomar clases particulares con el en su casa y, aparte de pagar el fee, llevarle quizás un regalito que ayude a su canasta familiar. Mis compañeros y yo íbamos en masa. Primero que nada, porque queríamos pasar de curso, y segundo, porque si intentabas pasar la materia por tu cuenta y no eras muy buena en materias abstractas (mi caso) no había forma en el planeta de que entiendas qué era lo que decía este señor. Gracias a Dios porque nunca necesité saber mayormente física. Lo mismo recuerdo casi como un dibujito a una profesora de matemática, con rulos gigantes y pelo bordó, que se sentaba en su escritorio a leer revistitas de Avon, mientras nos ordenaba que copiemos de la pizarra, una serie de números y operaciones de despeje, álgebra y demás que hoy son todo exactamente lo mismo para mí. No le podía interesar menos a esta pintoresca señora que nosotros aprendamos o no su materia. Se le notaba su decepción con su propia vida en cada poro de su ser.


Sin embargo, uno de los profesores cuya memoria tengo tan viva como si lo hubiera visto ayer, es el Lic. Alvarenga, mi profesor de Psicología en la secundaria. La mayoría de los maestros que marcaron quien soy me tocaron recién en la Universidad, pero una de las excepciones es sin duda el Lic. Alvarenga. Nunca más lo volví a ver después de terminar el colegio, pero hoy es como si estuviera sentada en su aula. Era tan chiquito que le decíamos “Llaverito”, y era uno de los docentes más carismáticos de mi colegio.


Llaverito entraba y comandaba silencio diciendo: “silencio, manga de burros, hoy no tengo paciencia para aguantar sus takuchiladas*”. Aparte de la hilaridad general, en serio nos callábamos. Este señor era creativo.


Nos hablaba sobre la psicología y sus inicios, sobre Freud, Maslow, el behaviorismo y el humanismo, la Gestalt, y demás; pero también nos preguntaba que vimos en las noticias últimamente, nos pedía nuestra opinión sobre tal o cual cosa (en una época donde el memorismo se mantenía como base primordial del método de enseñanza paraguayo). Y tenía un humor absolutamente fuera de lo común para nuestro país. El paraguayo no comprende la ironía. Se siente insultado por lo irónico. Y el Lic. Alvarenga decía: “a ver, Martínez, dígame que piensa sobre los rumores de una manifestación multitudinaria para pedir la renuncia del presidente Cubas. Pero qué esperanza la mía, qué le voy a preguntar a ud. Martínez, que seguro desayuna mandioca, almuerza mandioca y cena mandioca, y seguro su programa favorito es la novela Gata salvaje”. Y no me quedaba más que hacer que defender mi orgullo herido tratando de elaborar una respuesta decente.


Y es que Llaverito insistía en que la mandioca y su abundante cantidad de almidón y falta de otros nutrientes, como pilar fundamental de la alimentación nuestra, es una de las responsables de la tan mentada lentitud de reacción del paraguayo. Eso, y la falta de yodo que motivó inclusive una campaña nacional de consumisión de sal yodada y cápsulas de yodo (se acuerdan de Yodito?). La indolencia y dificultad de reacción y concentración de varias generaciones de mi pueblo tiene una explicación así de sencilla, y así de vergonzosa.


Y cuando nos quejábamos por cosas que nosotros permitíamos, o cuando hablábamos de que aumentó el pasaje o cosas así, el profe Llaverito nos decía: “y bueno, no hay ley que ampare al estúpido. Qué hacen ustedes para cambiar?”. Tantas veces lo dijo, y con tanta razón en todas las ocasiones, que esa frase nunca me dejó en todos estos años.


A los paraguayos nos abusan. Nos abusan los de arriba, y nos abusan los de no tan arriba que son abusados a su vez y se desquitan pisoteando al que puedan. Y así vamos en una cadena de pisoteadas hasta que el último de los menesterosos, de los abandonados del país es robado de su dignidad y de toda esperanza de ser tratado como un ciudadano con derechos y obligaciones.


Nos suben todo, menos los sueldos, y nos plagueamos, decimos que así no se puede mas, “opata la mundo”*, a donde vamos a parar…y tomamos un tereré, suspiramos lanzando un: “bueeeeenosairee…mba´e piko jajapota”* y bajamos la cabeza con servilismo y seguimos como si nada.


No hay ley que ampare al estúpido. Si no nos manifestamos, no va a pasar nada. Si no vamos a votar, van a ganar las mismas bestias de siempre, si no exigimos calidad y no denunciamos los productos vencidos, nos van a vender porquería, si no le pedimos a la gente que no tire su basura a la calle, vamos a seguir teniendo calles como chiqueros, si no pedimos a los canales que empiecen a pasar contenido que edifique, en lugar de morbo y pornografía suave, la población va a seguir hablando solo de morbo y pornografía suave. La pasividad de la nación es tanto o más desesperante que su escaso deseo de educación. Los que leen son burlados, los que compran libros son considerados “vyros”*, los que quieren tener conversaciones que no incluyan un baile del caño o el trasero de una fulana son aburridos. Los que intentan hacer algo nuevo que cambie el status quo son “tekoreí”.


Y hoy, que tenía intención de compartir cinco cosas que me ponen pirevaí, me encuentro pasmada mirando como Japón es asolado, y como se preparan con temor las naciones latinoamericanas de la costa del Pacífico, y acá lo primero que escucho es: “que suerte que esas cosas no existen en Paraguay”. Como si viviéramos en otro planeta. Uno donde la compasión por el prójimo se reduce a un “pobre anga*, y “que le vamos a hacer”. Tiemblo de solo pensar que puede pasar si tanta desidia, tanta indolencia se llegan a corporizar en algo que nos golpee tan fuerte que ni sepamos qué nos pasó.


Cuanta razón tenía, Lic. Alvarenga.


*takuchilada: en guaraní, acción movida por la calentura.
*opata la mundo: en jopará (mezcla de guaraní y español): “se va a acabar el mundo”.
* bueeeeenosairee…mba´e piko jajapota: expresión que indica que no queda nada por hacer.
*vyros: en guaraní, tontos.
*anga: pobrecito.
*tekoreí: que no tiene nada mejor para hacer.

martes, 8 de marzo de 2011

El señor Cobarde

tapa de Juan Cobarde. Utilizada con permiso.


Hoy es el Día internacional de la mujer. Y lo festejamos acá con uno de los grandes flagelos que azotan a Paraguay en silencio y en forma casi apañada: la violencia contra la mujer. Recordemos que la violencia no necesariamente es física, también puede ser violación emocional o sexual. Sin embargo, hace unos años, la Secretaría de la Mujer y varios organismos vienen trabajando en la defensa de la dignidad y los derechos de la mujer paraguaya. Es un trabajo penoso y muy duro, en un país donde todavía un porcentaje de las mujeres justifican a los hombres que las violentan o piensan que su condición de degradadas en la sociedad es justa porque “así nomás son las cosas”.


El viernes 18 de marzo se lanza oficialmente Juan Cobarde, que es una publicación que apunta a convertirse en una campaña contra la Violencia de Género usando la cultura pop y el arte como vehículo de un mensaje social sensible. La forma de expresión es mediante cómics que cuentan historias (muy) reales de violencia. Este proyecto nació en las mentes y corazones de la delegación paraguaya de la ONG Man Up, más conocidos como Adri Peralta y Oz Montanía, notables artistas extraordinaires a quienes les quiero grande como una casa.


Tuve el privilegio de colaborar con el proyecto con un cuarto de granito de arena, así que puedo decirles con toda certeza que lo que van a ver es una muestra notable de talento, acercándoles de forma totalmente inconvencional historias tan crudas que muchas veces vamos a querer creer que son ficción, para comprar un poco de tranquilidad de conciencia ante una realidad que no tenemos valor de reconocer como la nuestra. El resultado es algo conmovedor, duro, alarmante, enternecedor y un desafío para lo que estamos habituados a ver.


Juan Cobarde va a tirar abajo preconceptos y va a sentar nuevos paradigmas de respuesta y protesta contra la violencia de género, estoy segura de eso. Espero solamente que ustedes que hoy leen puedan formar parte de este proceso. Vayan al lanzamiento los que puedan, busquen la publicación, busquen en internet más información. Denuncien el abuso. Hablen, escriban, pinten, hagan música. No se callen.


El que se queda callado porque “no es asunto suyo” no se libra de, en algún momento, tener que rendir cuentas de qué hizo para proteger al prójimo. No les quepa duda.


El lanzamiento va a ser en Planta Alta (Palma y México) a las 19:00, en la fecha que indico arriba. Lleguen pues. Vamos a estar todos, dicen que va a haber música, y hasta algún vinito.
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