lunes, 15 de abril de 2013

Estoy enamorada de otro


Fue inevitable. La verdad no pensaba que me iba a pasar a mi, pero es una de esas cosas que llegan de la noche a la mañana, que te toman por sorpresa y no te dejan escapar. 

Empezó un día de diciembre, faltando 5 días para Navidad. Era un día esperado, la verdad. Era una de esas jornadas donde te pasas mirando el teléfono porque estas pendiente de una noticia que esperaba con ansias, hasta que la buena nueva llego. Y pocas horas después, lo inesperado, el golpe, el amor a primera vista, que le dicen.

Es muy curioso como catalogan el amor a primera vista. Siempre me pareció que amar a alguien solo con verle, sin saber sus ideas, sus pensamientos, sus posturas sobre los temas que son referenciales para uno era virtualmente imposible. Pero supongo que este tipo de cosas le pasan a alguien como yo para aprender que nunca hay que decir nunca.

Y es que cuando miro a este caballero, veo en sus ojos algo que no vi en ningún otro lado. Veo algo que me hace querer soltar todo lo que me ataja y correr para quedarme a su lado. Quiero hablarle como cuando te sentas al lado de esa persona especial y tomas un tereré y las horas parecen minutos. Quiero contarle las cosas que vi, quiero contarle las cosas que escuche, lo que comí, mis colores favoritos y mis lugares preferidos. Todo quiero mostrarle.

Pero no puedo. No puedo porque cientos de miles de kilómetros nos separan. Nos separan husos horarios diferentes. Y los días pasan raudos y solamente puedo pegarme al teléfono o a la pantalla con cada foto nueva que recibo, con cada video.

El otro día me vio. Le hable. En mi alegría le dije mil veces que le amo, que espero que sepa cuanto le amo. Le infle mis cachetes y le hice caras para que se ría. Y me miró con esos ojos enormes, eternos. Llenos de años que no tiene todavía. Me pregunto que habrá pensado.

Y es que es primera vez que soy tía de sangre. Mi hermano y su esposa Fabi fueron papas del genial Pietro Alessandro. Y estoy rotundamente enamorada del enano. No pasa un día en el que no mire mi chancho de Areguá y no contemple romper, comprar un pasaje y mandarme mudar junto a el, para no perderme estos hermosos primeros meses. Miro sus fotos y me miro al espejo buscando similitudes y cosas que haya sacado de mi. Sufro y soy feliz cuando me cuentan cada cosa nueva que hace, porque se que no estoy ahí para ver, no estoy ahí para bañarle, para cambiar sus pañales, para darle mamaderas. Pero soy feliz porque veo que crece un bebe sano y precioso. Diganme si esa mezcla de emociones no es enamoramiento.

Pietro tiene ojos de sabio. Aún en la panza de su mamá en una de las ecografías decidió mirar directo a la cámara que saca la foto, y ves su imagen en blanco y negro en la panza, con unos ojos grandes como el mar, mirando directamente a vos. Nunca vi algo semejante. Cuando nació  se ratificó esa misma mirada potente, que se fija concienzudamente en todo lo que le llama la atención. El otro día me miró a mi. No les puedo explicar la emoción.

Voy a tener que esperar hasta diciembre para alzarle upa y hablar, hablarhablarhablar hasta que no tenga más nada que decirle, y me quede callada nomas a su lado, dejando que el tiempo pase. Pero para mi por lo menos con Pietro se vuelve innegable realidad eso de que la sangre llama. Me llama mi hermoso sobrino. Ya me voy, mi amor, tía ya va.

Pietro en la panza de su mamá. Nunca vieron un bebe que mire directo a la cámara, verdad? Increíble


Pietro al mes y medio. Es todo un señorcito.




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