jueves, 15 de diciembre de 2011

Carta a Pao


Cuando tenía 18, 19 años pensaba mucho en el futuro. Estaba ya en la facu, persiguiendo mis primeros sueños de camino a la adultez, pero pensaba con mucha ansiedad en el futuro. Y creo un poco que es una carga de nuestra generación. Estamos tan condicionados a tener éxito en lo que sea que hagamos, y tenerlo jóvenes –porque si no sos un vejestorio out- que estamos en una carrera desesperada, como hámsters en rueditas por alcanzar todo lo que se supone que tenemos que tener, según lo dictado por los Sean Parkers y Zuckerbergs y Alexander Wangs* del mundo. Mas vale que para los 25 tengas un yate, dos casas, una megacarrera, seas filántropo, hayas ayudado a salvar las ballenas y Dios sabe cuantas cosas más.

Entonces hoy, porque es mi cumpleaños, me siento a escribirle una carta a mi yo de 19 años. Un poco como el video que tanto tocó a tantas personas en estos días, pero no tan centrado en la salud. Así que si me disculpan, puede que de vuelta me ponga un poco cursi (me pongo cursi una vez por semestre, aproximadamente, para los que quieran anotar y evitarse la visita por el blog). Gracias por la comprensión.

Carta a Pao, 19 años.
Hola dahling, soy tu yo. Feliz cumpleaños. Primera vez que nos encontramos así, normalmente hablás sola y te respondés, haciendo una conversación mucho más presente, pero hoy vengo con noticias y algunas reflexiones, directo desde el futuro. Hay unas cuantas cosas que quiero que revisemos juntas, si? Vamos:

Cosas que esperás que hayan sucedido para cuando tengas 29
-      Haberte graduado hace años, estar en Atlanta sentada en la silla que era de Patricia Janiot y tener tu propio programa de radio.
-      Tener tu departamento propio y un perro fabuloso que entre en tu cartera.
-      Manejar un Audi.
-      Haberle entrevistado a Bono, García Márquez, Anna Wintour –y que Anna te pida que manejes PR de Vogue- y Anthony Hopkins.
-      Viajar mucho, todo el tiempo.
-      Escribir un libro o tener una columna semanal en un diario prestigioso á la Bradshaw.
-      Tener muchos zapatos! –á la Bradshaw también.
-      Perseverar en el gimnasio más de un mes, de seguido.
-      Que tu país avance y esté liderado por alguien que ame más a la patria que a su bolsillo.
-      Conocer a un hombre encantador, creativo, inteligente, culto y absolutamente galante, que no sea paraguayo y ser su novia. Quizás casarse, pero no crees tanto en el matrimonio.


Cosas que sucedieron para cuando cumplis 29, en el orden de tus aspiraciones:
-      Te vas a graduar junto con tus inseparables amigas en el 2007, con un excelente promedio que ni tus papas creyeron considerando lo pésima alumna que fuiste en el colegio. Bien ahí. Sobre lo de la silla de la Janiot, bue.. digamos que eso no sucedió. Ella sigue firmemente sentada ahí. Lo de la radio? Vas a empezar a hacer pasantías este verano, y no vas a parar. Tenés un programa, sola, en una radio con muy buen rating. No esta mal, verdad?
-       No tenés departamento propio, por ahí puede que tengas una casa en el futuro. Y no tenes uno, tenés dos perros, ninguno de los cuales entra en tu cartera, o romperían. De hecho, ya rompen todo lo que hay. Pero les querés. No imaginás tu vida sin ellos.
-      Un Audi? En serio tus expectativas son medio absurdas. Pero tenés tu propio auto, y es muy coquetón.
-      Ni Bono, ni Gabo, ni Anna ni Sir Anthony. Sinceramente es medio iluso lo tuyo. Si sirve de algo, esta semana (en mi tiempo) le entrevistaste a Jamie Rowe, de Guardian.
-      Viajás. No mucho, ni todo el tiempo. Todavía no conocés NY, pero querés ir pronto a visitarle a tu hermano, que va a VIVIR ahí, puedeserpico. Igual el pasaporte se usa de vez en cuando. Te va a gustar.
-      No hay libro. Pero tenés algo parecido a una columna –tampoco te hagas ideas, no es en un diario reconocido, mitakuñai pretenciosa- desde donde te escribo y que leen personas generosas con demasiado tiempo libre. A veces cuando escribís para eso (se llama blog) suena en tu cabeza la voz de Carrie.
-      Ni por casualidad tenés tantos como ella, pero tenés unos cuantos, y a veces les alzás upa y les hablas. Crazy lady in the making.
-      No hubo chance. Jamás vas a ir al gimnasio más de una semana. Pero este año, y contra todo pronóstico, corriste tu primera 5k. Ni vos vas a creer.
-      No. El de ahora creo que es el peor de todos, considerando que estamos en democracia. Mejor ni te cuento de su vida personal. Esperemos que llegue pronto alguien que cambie las cosas. Somos optimistas.
-      Le conocés en unos tres años. Es argentino. Un poco colgado, no le gusta afeitarse y pierde cosas, pero aparte de eso es todo lo que soñás y más. Cuando le veas por primera vez vas a estar con tu mejor amiga, y le vas a decir: “gorda, este es el hombre con el que me voy a casar”. Y así va a ser.

Quizás las cosas no salgan como tu megaambicioso plan de dominar el mundo antes de los 30. Pero es una buena vida. Muy buena. Vas a tener excelentes maestros, en el aula y en la calle. Amigos que son pocos pero valen su peso en diamantes. Yo que vos esperaría con muchas ganas. Y de paso no me pondría jeans con agujeros en la cola, no saldría con ciertos chicos y particularmente no con los que trabaje, aprendería más temprano a disfrutar de mi propia compañía, no trataría de hacer lo que hacen los demás solo por encajar y ser cool, no le tendría miedo a estar sola. Pero vas a hacer esas cosas, y vas a aprender como resultado de lo que hagas. A veces la única forma de aprender es darnos de cara contra la pared, pero quería que sepas nomás. Que pases lindo, tu hermanita estará llegando con rollitos primavera en cualquier momento.

* creador de Napster, creador de Facebook duh, diseñador prodigio.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Fiestas de fin de año y paquetes (pero no los que se imaginan)


Considerando lo mucho que me gusta esta época del año (quitando el calor espantoso que nos azota), hay algo que realmente me pone nerviosa cuando llega este mes: las comidas de fin de año.

Por supuesto no estoy hablando del acto de comer. De eso soy fanática ayer, hoy y siempre. Estoy hablando de las cenas, almuerzos, meriendas, cocteles, etc. de fin de año que celebra hasta la asociación de señoras que se encuentran en la sección verdulería de tu Super. Todo el mundo siente una extraña compulsión de juntarse a brindar y compartir en el mes que de por sí es el más ocupado del año.

Porque, estadísticamente comprobado, diciembre es el mes con mayor actividad. No solo están las graduaciones varias –que ahora hay desde Preescolar. Que alguien me explique cómo beneficia a los chicos ponerles togas y birretes de cartulina para celebrar que el año entrante van a enfrentar 12 años de educación elemental, porque no entiendo.- también la gente decide casarse en masa y aparentemente hay más cumpleaños de los que pudiéramos llegar a necesitar (incluyendo el mío y el del esposo). Sumémosle a esto que desde el 1 de diciembre  la gente empieza a comportarse en la calle y el tráfico como monos liberados de sus jaulas y confiados con máquinas sofisticadas como autos o biciclos y no hay tiempo ni forma de respirar.

Llegó el momento en que tuvimos que ir a compartir el almuerzo de fin de año de mi trabajo. No quiero que malentiendan, estoy muy contenta de poder ir a compartir con mis compañeros y demás, pero existe esa presión de saludar a los jefes y tratar de que no se te caiga un bocado del plato frente a ellos, de aceptar que tu mesa no se llene porque todos se sentaron en otro lugar y  estresarte porque nadie quiere ser la “mesa aburrida”. Ya saben… como, no saben? O sea yo soy la única que piensa estas cosas? No importa.

En síntesis, pasado el almuerzo, nos levantamos para retirarnos con el esposo que estaba a punto de salir disparado por el techo porque quería ver El gato con botas –ya sé…ya sé- y salimos rumbo al estacionamiento cuando encontramos que… la fila de autos frente al nuestro cerró el paso para todos. A nadie se le ocurrió que la gente pudiera necesitar salir, asi que estacionaron todos cerrando por completo la salida para toda una fila de autos. Podría argumentar todo tipo de cosas, desde la desconsideración por el prójimo, hasta el egocentrismo de que sólo me importe mi tiempo y no el del otro que deba salir y se encuentre con este aprieto y mucho más. Pero después me acuerdo; Diciembre=monos en la calle. Así que partimos junto al guardia que controlaba la entrada y le comunicamos nuestro dilema. La respuesta?:

“Y no se yo, no es mi culpa”

El esposo, firme pero con los ojos destilando irritación, le preguntó si que podríamos hacer al respecto, porque necesitábamos salir cuanto antes. El sujeto hace una cara, y señores, SE AGARRA EL PAQUETE* y le responde sin mirarle:

“Ya te dije que no sé. No es mi trabajo eso. Ya hubo luego un kilombo en el frente con la gente que entró todito junto” (sic)

Acá, definitivamente, el hombre en cuestión está siendo grosero innecesariamente con gente que era invitada del lugar. Pésima imagen, tanto de la empresa de seguridad como del club.

El esposo empieza a romper su remera en el inicio de su transformación en Hulk, conmigo flameando colgada por su espalda detrás, rogándole moderación, y le dice “vos sos la cara de este lugar, lo mínimo que podés hacer es ofrecerte a ayudar para solucionar esto. Estás haciendo un pésimo trabajo, decime tu nombre y apellido”. Y les ruego que se sienten, porque esto es lo que pasó.

Esta impresentable imitación de trabajador SE VUELVE A AGARRAR EL PAQUETE, levanta la cara con un gesto de escupir y le dice “y para qué      gua´u? pssssss”

Ahí yo me encomendé a Dios y rogué tener suficiente para pagar la fianza del esposo que estaba completamente listo para enseñarle modales a este impertinente que sin razón alguna estaba comportándose como un troglodita frente a nosotros, cuando sale uno de mis jefes. Salvada. Gracias Señor. El esposo respira y va en busca de ayuda y yo parto mortificada detrás, con el espécimen ése mirándome con ojos de avestruz en celo. Esto tuvo que ser una broma de los chicos de Producción del canal, estoy segura.

El final de la historia fue con el esposo yendo a informar a los supervisores del lugar de la penosa actuación de alguien que efectivamente era la única cara del lugar. Y yo pensando cuanto nos falta entender que el tener un puesto de trabajo no justifica ni es razón para comportarnos en el ámbito laboral como perfectos imbéciles, lo lógico sería hacer el trabajo con excelencia, porque si te tocó trabajar en feriado mientras los otros descansan, no es la culpa de los demás, no?. Si este chico perdió su trabajo por causa de nuestra queja, quizás alguien que valore lo reciba en su lugar. Y que no tenga una extraña compulsión a agarrarse las partes privadas en frente a los visitantes de su empleador.

Y el esposo fue a ver El gato con botas, con su mejor amigo. Le gustó.

*si necesitás que explique qué es esto, creo que no tenés edad para que te lo explique.
-A pedido de varios, el club donde sucedió la historia es Rakiura. Y si encuentran a un guardia de seguridad que se llama Gustavo y tiene cara de odiar su trabajo, corran. O tapen los ojos de su familia.
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