martes, 13 de marzo de 2012

ña Pao, una señora esplendida.

No soy una persona muy habituada a los masajes. Ya se, no me miren así. No es muy normal que digamos, pero tampoco es tan normal que no me guste ir a la Peluqueria, y no me gusta, siendo que a la mayoría de las féminas les resulta simplemente indispensable. El tema es que-aunque pague por ello- cuando alguien me hace masajes o exfoliaciones o lo que sea, siento que estoy siendo molestia para esa persona. No tiene mucho sentido, pero es como un complejo de culpa que me impide disfrutar de la cuestión. 

Pero la historia que quiero contarles hoy se desarrolla en el Spa, donde fui a acompañar a mi hermanita, que tenía un paquete de varios servicios para ese día. Ahora, había ido a ese lugar ya varias veces y todas en las mismas circunstancias, para estar con amigas que recibían paquetes de regalo. Termina siendo una linda forma de pasar el tiempo aunque salga completamente stresada de los masajes porque como les conté, me acuesto ahí pensando "porqué no me habla esta señora? pensará que tengo demasiados lunares en la espalda? dejé extendida la ropa? se acordara el esposo de darle de comer a los perros? suspira! porque suspira la señora? estará cansada? pobre, mejor le digo que termine nomas ya, tendría que hablar ahora? y si le cuento como fue mi día?" y así en un monologo interno interminable que resulta por completo exhaustivo. 

En fin, estaba yo instalada en la pileta del spa esperando que la agasajada termine con su masaje sueco de 30 minutos, cuando se me ocurrió que seria genial tomar tereré mientras hacia hora. Por supuesto y como es de esperarse, llevé mi termo conmigo y tenía todo listo, excepto el hielo. Tengamos en cuenta que este lugar tan lindo donde estaba es uno de los spas mas sofisticados del país, así que me lié la bata -primero muerta antes que ser juzgada por el resto de las damas por mi piel color pollo Pechugón en mi malla de cuatro temporadas pasadas-, y procedí a enfilar hacia el bar. 

Llegue hasta donde había chicas del staff, y cuando me miraron con caras ligeramente sorprendidas, pensé para mis adentros: "debo estar tomando colorcito ahí en la pileta, ña Pao, sos una belleza exótica!" sonreí con gracia y les informé de mi necesidad de hielo para el tereré, cuando seguían mirándome sin responder.. y finalmente me dijeron que no, que no tenían hielo para vender y que probablemente no había en el bar. 

Debo decirles que me sentí un poco defraudada, son varias veces las que fui ya a ese lugar y el trato siempre fue impecable, y ahí estábamos, con estas chicas negándome un poco de hielo, que seamos francos; debían tener, porque es simplemente imposible que no hayan tenido. 

Regresé a la pileta, me pegue otro chapuzón, y me senté con mi libro para seguir la dulce espera.. y me fijo en que todas las chicas que estaban al borde me miraban también, fijo, como las chicas del staff me habían mirado. "Quizás me ubiquen del trabajo" pense, y me autocongratulé de nuevo por la rapidez con la que debía tomar el color del verano, que seguro generaba la envidia del lugar, casi animándome ya a pasearme sin bata y practicar poses tipo Sports Illustrated en el borde de la piscina. 

Finalmente me llega un mensaje de mi hermanita, que me pedía que vaya al vestidor a encontrarla, y juntando mis cosas y con andares de Gisele Bundchen partí. Cuando llego a los vestidores deje mis cosas a un costado y me acerco al espejo para apreciar el color bronce que seguramente me habría quedado y generado tantas miradas cuando veo algo como esto: 


Aparentemente no me había sacado el maquillaje que tenia puesto ese dia antes de entrar al agua en el spa. En eso sale mi hermanita y con los ojos como huevos, con la delicadeza que solo el amor puede propiciar, me dice: "Pao, se te corrio un poco el rimel.." 

Realmente no se cual es la moraleja de esta historia. No sé si se negaron a darme hielo (que por supuesto podían cargar a mi cuenta y estaba completamente dispuesta a pagar) por mi cara de loca o por una simple mala movida de atención al cliente. Pero lo que sin duda me queda claro es que en un alarmante porcentaje, las mujeres actúan con malicia. Yo personalmente, le hubiera avisado a la pobre prójima con la cara corrida como mascara derretida al fuego de semejante estado. Pero una gran mayoría no, por lo menos basada en la muestra tomada en la vergonzosa jornada (se limitaron a mirarme con cara de babuino). La única que me dijo algo está atada a mi por sangre, así que no se muy bien como cerrar mis estadísticas. 

O por ahí no me dijeron nada porque pensaban que era una sicópata y les dio miedo, quien sabe. Seamos optimistas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que también estoy en la duda. Siempre pensé que a las personas en general les cuesta ser solidarias (en ejemplos similares al relatado), pero creo que a las mujeres más. Está en pendientes...

Angélica Sánchez de Gavilán dijo...

lagrimeando de la risa... y muy buena la reflexión final, aunque gracias a Dios, hasta ahora siempre me dijeron: "no te pusiste tu media" (en el colegio uniformada de gala)o... "está roto tu pantalón"... o "tenés galleta?" dando a entender que "está abierta la despensa..." (no anda la cremayera del jeans)... aunque a veces no me habrán dicho y no me di por enterada, por estar viajando en las estrellas. :)

Angélica Sánchez de Gavilán dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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