viernes, 18 de febrero de 2011

Cinco cosas (que me ponen pirevaí)

Continuando con la tradición autoimpuesta de hacer catarsis los viernes, hoy volvemos a presentar cinco cosas que me hunden el proverbial bote:


-Los cuidacoches, limpiaparabrisas y demás yerbas: ah, los delincuentes tolerados de la calle. Los cuidacoches son en su mayoría feroces tipos, mejor alimentados que yo, con cara de pirata que me gruñen: "dié mil, señora", y probablemente ganan mejor que yo con sus desvergonzados asaltos con trapo en mano. Los limpiaparabrisas son otro cantar, en su mayoría. Son niños y son utilizados por sus padres, que no saben otra cosa que hacer que no sea rascarse los piojos y esperar el fruto de la compasión ajena en manos de sus maquinitas de hacer plata. Para los que se sientan tentados a darles plata que solo termina en caña y cola de zapatero, y un tipo borracho que viola a su mujer en frente a su media docena de hijos, para que nazca otro hijo que vaya a las calles; hay programas donde pueden invertir su dinero, poco o grande el monto. Lo importante es involucrarse. Uno de los sitios que puede guiarles es éste


-Cocinar: uno de los regalos del esposo por el día de los Enamorados fue "The Joy of cooking" de la talentosisima Irma Rombauer. Para los que hayan visto Julie & Julia, Irma era la amiga con la que Julia Child escribía el fabuloso libro de cocina "Mastering the art of french cooking". Esto era, evidentemente, un voto de confianza y una muestra encomiable de optimismo. Porque no soy buena cocinera. Es algo de mis manos.. viste la gente que dicen que tiene manos que hacen que las cosas sean ricas? bueno, yo no tengo esa clase de manos. Lo que sea que cocine, me cuesta. Incluso traté de empezar un ciclo de cocina megabásica con las cosas que hago en casa acá en el blog. No lo logré. Así de mala soy en la cocina. Lo bueno para mí y todas las esposas que llegan tarde y quieren comer algo rico igual, es que está La Vienesa. Amo La Vienesa, me hace quedar bien y puedo presumir por lo menos de haber calentado la salsa.


-Gente que te habla solo para pedirte cosas: esta raza particular de gente normalmente pasa a tu lado y apenas te saluda. A veces hasta hacen como que no te ven en los pasillos. Hasta que un día y de la nada, sos su mejor amigo y "qué gusto verte! como estás, que tal la familia, y los perros, que bueeeeno...vos sabes que justamente te iba a pedir-ofrecer-preguntar-etc?" No es por nada, pero quiero nomás que estas personas sepan que la gente SE DA CUENTA. Y que si nunca en la vida me hablás y de repente cambiás 180 grados cuando querés pedirme, ofrecerme o venderme algo, es mejor que ni te gastes. No tenés ni una chance.


-El raudal: 5 años atrás en Asunción llovía y no pasaba mayor cosa. Ahora una lluvia de 20 minutos se puede llegar a transformar en un caos que transforma a la ciudad en una versión tercermundista de Venecia. Ríos de agua sucia, ramas, basura arrastrada y demás corren por las calles. Gente esperando los colectivos subida hasta los techitos de las casetas públicas. Los fenómenos climáticos sumados a la imposibilidad de que la gente entienda que la basura va en el basurero y no en la calle o en la vereda da por resultado que cada dos o tres días, mi pequeño autito se quede encaramado en el primer lugar que encuentre hasta que pase el pandemónium. Así nos va.


-Limpiar, barrer, aspirar, repasar y pasar el plumero en toda la casa para abrir la puerta y que Wafles entre con un pedazo de carne podrida que huele a rayos y se siente primorosamente a comer sobre la alfombra blanca: creo que esto no requiere más explicación.

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