lunes, 21 de junio de 2010

Del invierno, la tilingada de estar flaca y la gente que no sabe callarse.

foto vía: ironann.wordpress.com

Hoy empieza oficialmente el invierno. Si bien tenemos unas semanas de fresquito previo, lo cual es muy poco común, visto y considerando que en Paraguay la mayoría del tiempo hace tanto calor que los que vivimos acá no podemos pensar bien, es todo un regalo del cielo. Igual, están los que, como mi querida amiga Ana, prefieren el calor absurdo, pegajoso, insoportable, antes que el frío. Yo no entiendo esa postura, ni entenderé jamás, soy de esas que al menor frío pego puñetazos al viento y me lío cuanto trapo encuentro, feliz de la vida, mientras tomo baldes de chocolate caliente con chipa*, pero es uno de los goces de la modernidad el poder darnos el lujo de tener opiniones distintas a los demás y aún querernos y ser los mejores amigos..

Ahora, el tema de que comience el invierno tiene muchos pro, así como muchos contra, lógicamente. Uno de los contra más temidos por las mujeres en general es la tendencia de subir unos kilillos demás una vez que tenemos que abrigarnos y no existe necesidad de andar mostrando piel por todos lados. Y entra esta pregunta que hoy escribo, pero que llevo haciéndome buena parte de mi vida: cuál es la obsesión con el peso de uno y de la gente?

Entiendo que uno quiera sentirse bien. Entiendo la necesidad del mantenerse en forma, desde el punto de vista de salud y estético. Yo quiero verme y sentirme bien como la que más. Lo que escapa a mi comprensión es la necesidad constante de obsesionarse, de hablar del tema y de atacar injustificadamente a los demás al respecto.

"Que exagerada esta Ña Pao! Atacar?" Me explico: cuando nos encontramos a una persona que hace rato no vemos, es innecesario comunicarle apenas le saludamos que: “pero que gordita estás! Cuanto subiste? Parecés Babe el chanchito!” es INNECESARIO. La gente a estas alturas, y en medio de la sociedad consumista en que vivimos, muy probablemente tiene espejos en sus casas, y también es muy probable que se mire todos los días, y que por lo mismo, esté al tanto de su peso actual. Los comentarios de este tipo son groseros, agresivos, y sobre todo innecesarios. Hablo por mí y por más de alguna que habrá querido estrangular a la escuálida conocida/pariente/compañera que le hizo esa observación mirándola de arriba a abajo con ojos de venado, estoy segura.

También están los contadores, lo que se encargan de contarte exactamente cuantas calorías tiene esa medialuna grasienta que NO van a comer y que por eso no van a llevar directamente a su trasero y de paso te arruinan la merienda, porque vos no necesitás saber, pero: “ese bollo en tu plato tiene como 500 calorías, la mitad de lo que deberías comer en todo el día. Se te va a ir directo a la cadera, querida”.

Y entre tanta opinión no solicitada, y nuestras propias culpas pegándonos en la dignidad, salimos disparadas al primer gimnasio que encontramos, y nos anotamos  pagando la matrícula y la cuota astronómicas porque “es una inversión y en verano voy a estar espléndida”. Prometemos solemnemente asistir llueva o truene todos los días, para terminar dejando a las dos semanas. Y acá dejo de hablar en plural, porque la verdad de las cosas es que no tengo idea como hace la mayoría de las mujeres que te jura que el ejercicio le “llena de energía” y le despeja la mente de una forma tal que aseguran que casi se les abrió el tercer ojo. Tengo que decirles la verdad. A mi no solo no se me despeja la cabeza, sino que al menor asomo de intentar trotar veo pajaritos inexistentes y se me oscurece todo, siendo de día, y lo de la inyección de energía que te permite estar como el conejo Duracell durante 20 horas y dormir 4 y estar como si recién salieras de un comercial de jabón, tampoco funciona mucho de digamos. En mi caso más bien sería tener la energía suficiente para salir arrastrada, quejándome de que me duelen hasta las ideas y acomodarme lo mejor posible en el primer sofá que encuentre.

No es una apología a la pereza, tampoco. Es simplemente que, aunque sé que es necesario hacer ejercicio para estar sana y poder correr detrás de mis hijos el día que los tenga, la inspiración del workout no me viene fácil como ver un comercial de Nike. Y no siento los maravillosos resultados, por mucho tiempo que trate, ni siento el estado zen y la cabeza clara que supuestamente debería sentir cuando mi cuerpo y mente están en armonía con la naturaleza. Más bien siento ese estado cuando como una pizza. Algo está muy mal conmigo.

Pero bueno, estamos entrando en mi estación favorita y nada ni nadie va a arruinar mi época preferida, que para peor de males apenas dura un par de semanas. Me encanta todo del invierno, la ropa, los planes, las horas, la comida, la música. El tema de no subir de peso y seguir caminando o bailando, o moviéndome para mantenerme aceptablemente en forma es algo que trae consigo, y que acepto porque no queda otra. La gente que adora informarme de mis imperfecciones también es algo que viene consigo, pero ahora que pienso mejor de esa gente tenemos todo el año y eventualmente voy a tener que aprender a manejar sus comentarios o a ponerles en su lugar de una vez por todas, y por la paz colectiva, espero que sea lo primero.. ahora si me disculpan, ví que se abrió un gimnasio a la vuelta de la esquina y me voy a averiguar. Esta vez prometo que hasta el verano no paro, en serio.

*pan típico paraguayo de queso y harina.

4 comentarios:

Javier dijo...

Hola señora Ami, cómo anda? Muy refrescante vuestro post, con el cual además, me siento identificado. Siendo un oso grizzley desorientado, padezco la tropicalidad desmesuradamente, y en verdad disfruto mucho de cada renacimiento invernal. Respecto a la vocación popular por destacar con poca cortesía cualquier defecto o aparente deterioro en el prójimo, lo califico, en resumidas cuentas, como el viejo tópico de la proyección psicológica: http://goo.gl/BN0Y
Aunque en un principio uno reaccione de manera hostil a tales agresiones verbales, debe aprender a asimilarlas con ternura: denota el breve camino que dichos interlocutores han recorrido en el sendero del crecimiento y la autorrealización. Nosce te ipsum.

Besos y cariños pa ambos!

Achlys dijo...

jajajaja! la segunda identificada! uyy bueno curioseando su blog y espero q no se ofenda pero esta entrada es algo fantastico!me trajo a la mente mi experiencia del dia jueves cuando un amigo mio dice Marian subiste de peso verdad? y te imaginas mi cara -.-""" en mi cabeza (si llevo comiendo chocalate intentando dejar el pucho)bueno creo q talvez deje el cigarrillo pero voy a quedarme obesa! jaja buen finde mujer! ah te agrego en mi listita!

ña pao dijo...

wow! fuerza con eso! y si entre pucho y chocolate tenés que elegir, metele al chocolate toda la vida, que por ahí te agrega unos kilitos, pero te va a salvar de cáncer en los pulmones, dientes amarillos, piel seca y todas esas cosas que vienen con los palitos de la muerte. Gracias por venir! un besito

Sofia Bareiro dijo...

Hola Pao, aca veo que igual que yo te daba una pereza impresionante el tema gimnasio, segun lo que se, ahora corres, como hiciste para que te guste tanto esta actividad fisica? necesito motivacion! gracias!

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