lunes, 23 de agosto de 2010

Decimena que no nomás

Una de las características del paraguayo es su incapacidad para decir no. Hace poco pregunté en el programa porqué pensaban que era así, y una oyente me contestó lo que creo es la mejor respuesta que tuve al respecto hasta el día de hoy. Me dijo: "creo que es porque el paraguayo tiene un problema con respetar las decisiones ajenas que lo excluyan a él, porque lo hace sentirse despreciado, y el oriundo de esta tierra (por lamentables cuestiones históricas de abuso y quebrantamiento de dignidad que no voy a discutir hoy) es acomplejado de por si. Entonces si le decimos por ejemplo que no queremos ver a nadie este fin de semana, no por nada, sino por el simple hecho de querer estar solos, se picha y se enoja, y la gente no quiere hacerse cargo ni de la confrontación ni del enojo frente a nadie". La mayoría de los paraguayos no confronta, no discute, no defiende, no reclama. La dictadura o la represión están arraigados en su adn.

Recuerdo que para nuestra boda, el esposo y yo solicitamos humildemente la confirmación de asistencia, o el popular RSVP de la gente a la fiesta, por un tema de costo por persona, evidente. Lo predecible fue que el 98% nos dijo que “claro que vamos a estar ahí, por supuesto, más vale, e´a*”. Solo un 2 por ciento se animó a decirnos que no iba a estar, y les estuvimos muy agradecidos por la consideración de no forzarnos a pagar por ellos para que después su lugar en la fiesta sea ocupado por el vacío. Finalmente, tuvimos un porcentaje del 85% de asistencia, con una pérdida consecuente por la gente que nos juró, que "claro!", que "por supuesto", que más vale que iba a estar ahí y jamás fue. Y lo que más me dejó pasmada es algo que también es un rasgo característico de mis compatriotas. Ninguno, bajo ninguna circunstancia, intentó siquiera disculparse por mentir (si, MENTIR) diciendo que vendría. Ni una persona. Los que no fueron nos saludaron como si nada la próxima que nos vimos. Lo que ellos no sabían es que en mi listita de following mental, dejé de seguirlos.

Nos cuesta decir que no. Sea que te digan que van a ir a visitarte (“seee, metele nomás, el sábado voy a estar”, y te vas al pedo), sea que te digan que van a ir a verte (y cancelás otros compromisos y te quedás como idiota mirando la puerta por la que jamás llega tu visita), también es lo primero que la mayoría dice cuando se encuentra con gente que no ve hace mucho tiempo (-“tenemos que vernos!”, -“ya está! Te llamo en la semana para coordinar!” ambos saben que no va a pasar, pero se ven en la necesidad de mentir). A veces pasa que te metés en un lío porque te piden plata, y no tenés idea de cómo decir que no, aunque sabés que no hay peor enemigo de una amistad que el dinero de por medio… ahí te quedás plantado, esperando una devolución que nunca llega, porque la otra persona se olvida o se hace el ñembotavy*. Y nunca más podés mirarlo de la misma manera, dando como resultado que la amistad se quiebra, irremediablemente. Somos los peores clientes para telemarketing, porque si bien escuchamos pacientemente lo que nos ofrecen, hacemos que pierdan su tiempo y les decimos que si a todo, para después nunca más atender el teléfono.

Me olvidé la cantidad de veces que invité a gente a reuniones en mi casa y me juraron por la vida de su madre y sus antepasados que iban a estar ahí. Y la escena siguiente era yo, bañada y arreglada, con la mesa puesta y nadie más que mis pensamientos conmigo. También viene de ahí mi reluctancia a festejar mi cumpleaños, cuando por más años de los que quiero contar, intenté celebrar, solo para encontrar que mi petit soireé no juntaba más de 5 de las 20 personas invitadas.

Estaría bueno un poco más de honestidad. No brutal, para no herir susceptibilidades, que por mis lares están siempre a flor de piel, sino lo suficientemente prudente como para decir: “no, no voy a ir a tu fiesta, pero gracias por invitar, que pases bien”. Decime que no, no vas a llegar a tiempo para esa hora, que no vaya a esperarte. Decime que no me vas a volver a arreglar más tarde lo que dejaste sin terminar (todavía esperamos al electricista que prometió que volvía a la tarde, seis meses atrás). Decime que no, gracias, pero que preferís no intentar lo que te sugiero, así no pierdo mi tiempo con vos y puedo invertir en alguien a quien le interese. No estaría mal dejarnos crecer la barba de la personalidad, y decir sin miedo que no, no quiero, no puedo, no tengo ganas, no hago eso, no me gusta. Personalmente, no me enojo, es más, te estaría agradecida.


*e´a: expresión en guaraní que denota ofensa o sorpresa ante algo inverosímil.
*ñembotavy: expresión en guaraní que indica que alguien se hace el tonto, a conveniencia.

3 comentarios:

NaRu dijo...

Qué coincidencia, Pao. Estuve pensando TODA la semana en esa pequeña pero poderosa palabra "no". Le tenemos miedo, nos atragantamos para pronunciarla, preferimos todas las excusas antes que recurrir a ella. Pero cuán necesario es aprender a utilizarla. Con respecto a lo que dijo el oyente, me viene esta frase a la mente "There is one guaranteed formula for failure, and that is to try to please everyone".

ña pao dijo...

so true, Naru! y en cuanto al no, te prometo que yo estoy más que entrenada ahora, y curiosamente, es la razón por la que mucha gente piensa que soy inaccesible o desagradable incluso. Pero mi tiempo ahora vale demasiado, porque involucra a una familia que me necesita y a quien necesito..just say NO! jaj, beso!

Javier dijo...

Muy lindo post, mon ami! Sólo me gustaría acotar que este tipo de malos hábitos no se circunscribe a esa tierra tan querida, sino que es un rasgo muy difundido en la civilización occidental postmoderna. Millones de seres conscientes de toda nación van engrosando las filas del Ejército de Procrastinación Universal (entre los cuales me incluyo), irritando al resto de la humanidad expeditiva. Pero solamente se combate exponiendo al procrastinador a la frustración y/o estrés que buscaba evitar. Una tarea no poco ardua.
Cariños vastos para usted!

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