lunes, 19 de abril de 2010

Mas allá de sus narices



Cuando era chiquita era absolutamente fanática de las películas de Disney, es mas, llegue a inventar en mi cabeza historias donde yo era amiga personal de La Sirenita, de Blancanieves, de la Bella durmiente, y así. Una película que me marcó en forma particular fue Mary Poppins. Que peliculón. Me acuerdo que la vimos tanto que el videocassette (si, veíamos pelis en VHS cuando eso, y que?) se llegó a quedar con la cinta trancada en la videocasetera y nosotros mientras cantando a voz en cuello “cooon un poco de azúcar esa píldora, que os da, la píldora que os da, pasara mejor”, y le pedíamos a Tina, la chica que trabajaba en casa que nos diga “supercalifragilisticoespialidoso”. Tina, que se parecía a cualquier cosa menos a Mary Poppins, nos mandaba a la sala con un: “mba´e supercalikatupikó, váyanse a jugar o qué!”.


Recuerdo que el señor Banks me recordaba a mi papá, siempre churro y con traje. Pero más que nada recuerdo una frase que dijo el señor Banks que irónicamente, lo resumía a el: “no ven más allá de sus narices”. Si alguien me hubiera dicho en mi encantadora inocencia que resultaba un mal de muchos eso de no ver más alla de sus narices, muchas cosas hubieran sido más fáciles, cuando menos.


Me explico. Hay un problema de la convivencia que tiene que ver con la ubicación en tiempo y espacio, y que afecta sistemáticamente a hombres y mujeres. Verán, mi experiencia me ha mostrado que las mujeres tenemos el sentido de ubicación amplificado en proporción a la cantidad de responsabilidad manejada, y que los hombres carecen del sentido absolutamente.


En la cocina de casa, se guarda la comida. También ollas y especias y platos y cubiertos. Hay una heladera y un horno y algunas cosas más. Hasta hay una pizarrita de corcho para la lista del super (sofisticación pura, como ven). Como en la mayoría de las cocinas del mundo. Pero para Horacio, paladin incansable de la originalidad, eso no necesariamente quiere decir que LA COCINA sea el lugar para poner las cosas QUE SE COMEN.


Mi querido compañero todavía, casi dos años después de vivir conmigo, no sabe que la sal, está en la cocina. Puede que esté sobre el horno, o en el cajoncito de arriba, pero sola y exclusivamente va a estar en la cocina, porque se usa para comer. No no, señoras y señores. El tiene que pegar un grito al cielo, irritado, cada vez que no ve la sal (que está EN FRENTE SUYO): “NENAAAA, donde pusiste la SAAAAAAL???” como si fuera que preguntara donde guarde el oxigeno de la casa.. para el es incomprensible que exista solo un lugar en la casa como alternativa donde puede llegar a estar la sal, y ese lugar sea la cocina. Creo que el piensa que las cosas van a una dimensión desconocida, y por eso no las ve.


Y no es solo con la cocina, nonono. No encuentra donde esta la tijera (en el botiquín del baño), su gorra (en el colgador en la entrada), el talco (en la parte de debajo de su mesita de luz) su cepillo (en donde lo deje el, porque para mi indignación, lo ha dejado en la cocina, en la sala, en el sofá o en el escritorio, según sus andanzas, ratificando mi teoría que de para él, no hay lugares específicamente designados para las cosas). Como complemento a su pintoresquidad, no solo no encuentra las cosas que están evidentemente frente a su cara, sino que contribuye permanentemente a la decoración de la casa dejando cosas en forma estratégica por aquí y por allá, caso en ejemplo: el cepillo (que si tenemos visitas y veo sobre el sofá escondo sentándome rápido encima y la visita piensa que estoy loca), su gorra, una remera, zapatillas, celulares, cera para el pelo, papeles de todas formas y tamaños, su mochila, y otras linduras.


Y yo soy un poco tradicional, que les voy a decir.. resulta que me gusta que la tijera esté en el botiquín y no en la sala, que la gorra esté en el colgador y no sobre la mesa, y que la sal esté en la cocina, y no en el escritorio. Yo sé, yo sé, soy una extravagante, pero que le vamos a hacer. Y la verdad es que el es un incomprendido, después de todo. Me lo hace saber bien claro, cada vez que vengo y le muestro (mientras cuento hasta un millón en mi cabeza) que; en efecto, el salero estaba frente a sus narices, en la cocina, y me dice, ofendido: “vos tenés la culpa, te pasas cambiándome todo de lugar” mientras se va, dejando la gorra en la mesada.


*la foto es una colaboración de Daggmy que saca fotos taaan lindas, mirá su flickr aca

2 comentarios:

oz dijo...

hahahah "ya se, ya se, soy extravagante" hahahahahhaa

abrazo pao!!

Patty dijo...

Hola Pao q tal? Hace meses que te leo, me encanta tu blog y tu forma de ser, porque en ciertas cosas me siento identificada contigo, hace 7 meses me casé, soy una señora joven como vos.. jeje.. Y nada, solo quería felicitarte, en realidad sos admirable, también te suelo escuchar en Obedira.. Que Dios te bendiga mucho!

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