viernes, 6 de julio de 2012

Elegir las batallas


Me enorgullezco en casi siempre saber elegir bastante bien mis amistades. Las personas con las que paso mi tiempo, y que son mas cercanas a mi son no solamente los mejores amigos que uno podría pedir, sino también son personas que me desafían a pensar fuera de mi zona de confort, que me sacan de mi caja, formadores de gustos, de opiniones, y mucho de lo que soy hoy en día es por esos pocos pero invalorables miembros de mi familia del corazón.

Dos de ellos suelen decir cosas que últimamente intento afanosamente practicar.. y tienen mucho que ver con toda la situación coyuntural que el país, y los que vivimos en el, atravesamos. Y quiero compartir la sabiduría de ambos con ustedes hoy.

Lo primero lo dice mi mentora, que es una de las mujeres mas apasionadas e inspiradoras que conozco. Ella tiene un rango de energía que le permite interesarse y comprometerse con muchísimas cosas, todo el tiempo. Pero un día, al verme particularmente agobiada por una situación que simplemente no podía enfrentar, me dijo: 

Aprende a elegir tus batallas.

No es malo no estar en todas, absolutamente todo el tiempo. Somos humanos, falibles, y vulnerables, particularmente la que escribe. Por ejemplo, cuando todo esta sucediendo a la vez, la ropa en el cesto para lavar se acumula, la cena no esta lista, tengo que preparar mi informe para el trabajo y tiene que ser deslumbrante, tengo que hacer cita con la depiladora, el esposo y yo no hablamos como la gente hace dos días, los perros necesitan comida, mi mama se enoja porque no me fui este domingo a comer, una amiga piensa que no me voy a visitarle porque no quiero, no porque no tengo tiempo ni para peinarme y agradezcamos a Dios por el alisado permanente (amen), en facebook hay alguien que se ofende porque dice que me gustan mas los perros que los gatos y en twitter tomaron un comentario mío que era sarcástico como literal. Al mismo tiempo reclaman mi postura ideológica sobre la situación política, y esperan que me expida sobre si Olimpia o Cerro va a ganar el clásico este domingo.

Yo elijo mis batallas. No voy a ganar todas, y por mi salud mental, emocional y física, no voy a batallar todas. Hay cosas que simplemente, por falta de fuerzas o aprender a priorizar que es lo que genuinamente merece mi tiempo y mi energía, no voy a hacer. Puede llegar a incluir cualquiera de las cosas descritas arriba, o una lista interminable que no viene al caso mencionar. Cada uno sabe las un millón de batallas a las que se enfrenta todos los días. Y cada uno elige si, cual Quijote ir detrás de hasta las que son un molino de viento, o simplemente poner la mano extendida y decir: "no, gracias. De esto yo paso". Y si no hubiese sido por esta fabulosa mujer, no iba a aprender jamas que no esta mal hacerlo. Gracias, Sel.

Lo segundo va de la mano con lo primero, y lo dice el mejor amigo del esposo, que es también uno de mis caros afectos. El, amplio conocedor de mi carácter y de mi tendencia a preocuparme en extremo por básicamente todo lo que me rodea, me dijo un día: 

"Pao, si esto tiene solución, porque te preocupas? y si no tiene solución.. tampoco hay razón para preocuparte, verdad?". 

El pragmatismo de su forma de pensar me cayo como un balde de agua fría. Pero, por supuesto, tuve que admitir ahí mismo que tenia toda la razón. Si algo hay en mis manos que pueda hacer para solucionar lo que me angustia, preocuparme no sirve de nada. Mas bien es cuestión de ocuparme en hacerlo y ya. Y si lo que me preocupa esta por completo fuera de mi control, entonces tampoco tiene sentido estresarme. No me lo dijo porque me quiere, pero se que piensa que si a pesar de este perfectamente razonable argumento yo decido seguir angustiandome, es por plena decisión propia. Y estoy trabajando en aprender esta disciplina, que es un poco mas difícil que la primera. Gracias, Adolf.

Asi que esto quería compartirles. Son días difíciles, pero estoy convencida que pronto vamos a volver a reirnos de que el esposo volvió a dejar su gorra afuera y los perros comieron (por tercera vez). Van a volver esos días. Estoy segura.

Mientras tanto, enfriemos la cabeza antes de hablar, y guardemos los corazones ajenos, que andan particularmente susceptibles.

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