lunes, 10 de mayo de 2010

Cocina para inoperantes domésticas. Hoy: omelette y pan con hagelslag

Hoy arrancamos un nuevo segmento del blog. Visto y considerando que yo, como tantas otras jóvenes amas de casa, tenemos poca o ninguna destreza en la cocina, producto de -ejem- trabajar fuera Y dentro de la casa, no como en otros tiempos donde la sola ocupación de una señorita que se precie era aprender a hacer el perfecto Pato a la naranja para los días en que se encargue de su hogar propio y familia; llegué a la conclusión de que sería genial poder mostrarles las cosas que puedo hacer en la cocina sin quemar ni arruinar algo para hilaridad de todos los presentes y para que alguna (nunca falta, aunque dudo) que tenga menos habilidades que su servidora en la cocina, pueda poner en práctica y salir de la rutina de los mixtos de jamón y queso (admitamos, todos estuvimos ahí).


Asi que aquí vamos. Primera parada: el clásico omelette. Todos sabemos qué es un omelette. Es una mezcla batida de huevos con leche, queso si se quiere y chau. Una pavada. Pero tenemos que empezar de algún lado, no?


Bueno, mis queridas (y aquellos caballeros que anden por aquí pero no quieran admitir), primero repasemos nuestra lista de ingredientes y después, manos a la obra:

viernes, 7 de mayo de 2010

Llamada del día. Ña Pao, experta en regalos.


Creo que nunca dije oficialmente en el blog lo que hago en la vida real, además de ser una ama de casa desesperada. Antes de estar un año como Ejecutiva de Cuentas en una de las agencias powerhouse de publicidad del Paraguay, hice radio por varios años y en varios generosos medios que pensaron que lo que tenía para decir valía dinero (andá a saber que les pasó por la cabeza). Al salir de la agencia, lo hice para ir a formar parte de un holding de medios donde por la mañana soy voz en off de un canal, y por la tarde, tengo un programa en la radio del holding, cuyos directivos son de una impresionante mente abierta para, considerando la filosofía del medio, concederme la mayor libertad creativa que gocé en todos los años de mi carrera. El programa es bien sencillo, pero lo hacemos con todas las ganas. También es pintoresco, pero por las cosas increíbles/desopilantes/descabelladas que preguntan, opinan o envían los oyentes. Así que se me ocurrió que no compartir eso con el mundo sería una injusticia, y a partir de hoy, voy a postear de tanto en tanto llamadas extraordinarias de oyentes que, o me tienen en muy alta estima, o tienen mucho tiempo libre en sus manos. Así que, aquí vamos:

-Día random haciendo el programa, durante un corte-
Ña Pao: hola
Oyente desconocido: hola, con Pao?
Ñ: si, con quien hablo?
O: con Fulano, que tal?
Ñ:… bieenn.. gracias. En que puedo servirte?
O: quería decirte que el otro día hablaste de la publicidad que dice “amiwis”, y que yo digo ahora amiwis todo el tiempo.
Ñ: (piensa en Pablito, genio creativo detrás del nacimiento de la amiwis y se golpea repetidas veces la cabeza por la mesa) me alegro… bueno, te puedo ayudar en algo más?
O: si, si! Quería pedirte que me digas que le puedo regalar a mi pastor por su cumpleaños.
Ñ: (silencio anonadado)
O: quiero regalarle un vino, que decís vos?
Ñ: yyy.. la verdad es que, como no conozco a tu pastor…y a vos tampoco.. entonces no se que le gustaría, o cual sería tu presupuesto para el regalo.. pero (busca desesperadamente una respuesta decente) los pastores suelen sudar mucho cuando dan los sermones desde el altar.. por ahí le gustarían unos pañuelos finos.
O: y eso es muy caro?
Ñ: y… hay de todos los precios. Igual lo del vino está bien también, depende de la postura de tu pastor con el tema de las bebidas.. como te digo, es una decisión muy personal.. por ahí los pañuelos son una salida más sencilla.
O: hee..y yo le pregunte del vino y me dijo que no hay problema. Pero tu idea está genial.
Ñ: que bueno que te haya servido, querido. Tengo que entrar al aire. Gracias por llamar.
O: si, un vino le voy a regalar. Gracias Pao.. (corta)
Ñ: (mira el teléfono y piensa que quién le manda a dar consejos sobre desconocidos a extraños que ya saben lo que van a hacer en un principio)

miércoles, 5 de mayo de 2010

Señor Wafles Mc Flops, un delmer muy fifí.

Wafles, como todo en nuestras vidas, llegó en dudosas circunstancias. Mateo se había mandado mudar al cielo de los perros (para aquellas visitas nuevas del blog, la historia está ACA) dejando nuestros corazones rotos y nuestros ánimos por el piso. Un día, mi querido cuñado/hermanoadoptado Huguito, me manda por mail las fotos de los nuevos cachorros del matrimonio de Aris y Laika, propiedad de los papás de Horacio... y me dice Huguito, como quien no quiere la cosa “fijate en este..se quedó en casa, pero mamá le quiere reubicar porque ya son muchos (son 5)” y miré la foto de un señorito que me miraba con ojos de foca y orejas demasiado grandes para su cabeza. Le pregunté a Horacio que pensaba y me dijo: “no sé.. es demasiado pronto, vamos a ver”. Yo muy seria le dije: “tenés razón, vamos a estar mal de la cabeza si ahora volvemos a traer un perro a la casa, dejemos pasar mas tiempo, es lo mejor”. Y claro, pasó un mes y fuimos a Posadas de visita. Y conocimos a Wafles, que en ese momento no respondía a ningún nombre. Dos días y volvíamos a Asunción con la bola de pelos metida en un cajoncito de cartón.

Por supuesto, ni siquiera terminamos de pasar el puente y el cuadrúpedo comenzó a mostrar parte de su naturaleza poco común: empezó a vomitar tanto que me preguntaba si tanta comida podía caber dentro de algo tan chiquito. Yo, desesperada delante de la perspectiva de que otro perro se nos muera en menos de seis meses y, para peor, en medio de la ruta, le gritaba a Horacio “YAHORAQUEHACEMOS!?? SIESTESEMUEREMEMUEROYOTAMBIEEEN!!”. El respiró hondo y se pasó el resto del viaje contorsionado en el asiento con la mitad del cuerpo en la parte de atrás, hablándole a Wafles, que se tranquilizaba cuando se le tocaba y vomitaba menos. Y créanme, nuestro autito no es exactamente un mar de espacio. La vista general daba la impresión de un auto de payasos, cargado hasta el tope, con un tipo con una mitad del cuerpo delante y otra atrás y una maniática pegada al parabrisas, yendo a todo lo que daba. Llegamos bien.

Wafles se posicionó de entrada como el rey y señor de la casa. No hace caso a nadie que no se dirija a el como “Señor Wafles”, hasta que te ganes su confianza, claro, ahí es cargoso hasta el cansancio. Cansancio tuyo, claro, porque el no se va a cansar jamás de pedir que le alces upa y de lamerte. Meses después llegó Gardel (voy a contar su historia en un post próximo) y Wafles, cuatro veces más chico en tamaño, y sin estirpe aristocrática, fue el Alfa desde el principio y sin dudar. Verles juntos es como mirar a Pinky y Cerebro. No hay destrucción perpetrada por Gardel que no esté orquestada por el cerebro de la organización, que viene y sin asco por su traición, te mira con los ojos más grandes y húmedos que hayas visto, con cara de “mirá lo que hizo, es un bruto...para eso trajiste a este grandulón?”.

Wafles es mezquino, si les das huesos a los dos, deja el suyo tirado para ir a sacarle a Gardel de la boca el que tenga, espera que el angurriento coma todo y recién ahí se pone a comer, pedacito por pedacito, mientras el grandote le mira con cara de muerto de hambre…y mastica 100 veces, presumiendo de tener comida que el otro ya terminó. Es muy bueno yendo a buscar la pelotita cuando le tiras, solo que piensa que todos quieren robarle sus pertenencias y apenas agarra el juguete, sale a correr como si su vida dependiera de eso, así que ahí termina el juego.

Es un pésimo ladrador, suena como un caniche histérico. Si llegara a entrar un ladrón a nuestra casa y dependiéramos de el para que nos proteja, estamos fritos, a no ser que el malviviente sea alérgico a la saliva de perro y caiga lamido a muerte.

Es atorrante, al punto que estoy convencida de que dentro suyo, el cree que es un lord inglés. Pone cara de asquito cuando le invitás algo y lame con lamiditas mariconas, delicadas. Se pone nervioso si se le mojan las patas en el pasto húmedo. Se sube al sofá sin permiso y cuando le retás, te mira muy orondo con cara de “que?.. no puedo?” Cada vez que se sube al auto se pone verde y mueve su cabeza como si estuviera en un barco, pero por lo menos ya no vomita.

Pero es lindo a reventar. Y esta rotundamente enamorado de nosotros, así como nosotros de el. Sabe cuando lloro, porque viene y se sube a mi regazo para consolarme. Fue el que sanó nuestro corazón de la pérdida de Mateo, y es el que llena los días de risa y de anécdotas que darían para un blog propio. Y sobre todo, necesita de nosotros. De nuestro cuidado, y de nuestra atención. Y eso, me da la impresión, nos hace un poquito mejores.


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