miércoles, 28 de abril de 2010

Trés chic Daggmy

Ayer fue el cumpleaños 18 de mi hermanita menor. Eso me hace recordar mi edad..pero la verdad es que el recuerdo no es amargo, es mas bien agridulce..como el cerdo agridulce que se come en el Restó de comida china que me gusta tanto.


Dagggmy supo ser un absoluto encanto, desde que nació. Siempre le dije que tiene un alma noble, y noble es. Es maleable, muchas veces demasiado para su propio bien. Es generosa. Tiene un humor tierno, y un sentido finísimo de lo elegante, que no es cosa fácil de discernir..


Y para que vean que no es pura baba de hermana mayor, por la solemne ocasión les regalo algunas de sus increíbles fotos..se que se van a quedar con ganas de más, como yo cuando ella me cocina una bandeja de Lemon pie. Enjoy




y para probar eso de que la raza va mejorando con el tiempo, unas fotos de ella..
 18 años y un segundo, Mumuleta..

lunes, 19 de abril de 2010

Mas allá de sus narices



Cuando era chiquita era absolutamente fanática de las películas de Disney, es mas, llegue a inventar en mi cabeza historias donde yo era amiga personal de La Sirenita, de Blancanieves, de la Bella durmiente, y así. Una película que me marcó en forma particular fue Mary Poppins. Que peliculón. Me acuerdo que la vimos tanto que el videocassette (si, veíamos pelis en VHS cuando eso, y que?) se llegó a quedar con la cinta trancada en la videocasetera y nosotros mientras cantando a voz en cuello “cooon un poco de azúcar esa píldora, que os da, la píldora que os da, pasara mejor”, y le pedíamos a Tina, la chica que trabajaba en casa que nos diga “supercalifragilisticoespialidoso”. Tina, que se parecía a cualquier cosa menos a Mary Poppins, nos mandaba a la sala con un: “mba´e supercalikatupikó, váyanse a jugar o qué!”.


Recuerdo que el señor Banks me recordaba a mi papá, siempre churro y con traje. Pero más que nada recuerdo una frase que dijo el señor Banks que irónicamente, lo resumía a el: “no ven más allá de sus narices”. Si alguien me hubiera dicho en mi encantadora inocencia que resultaba un mal de muchos eso de no ver más alla de sus narices, muchas cosas hubieran sido más fáciles, cuando menos.

miércoles, 14 de abril de 2010

Una de cal y otra de arena








"señora de la comida, NECESITAMOS cambiar el piso. Este fondo no me favorece"

Últimamente estamos de construcción en la casa. No vayan a pensar que es la gran cosa, no es “ah, caray, que grande la construcción”, se trata de unas renovaciones de piso, una nueva barra en la cocina y un par de dormitorios nuevos. Pero el stress, ah el stress.

A lo largo de mi vida desde que era chiquita le vi a mi mamá tomando control de las cosas que tenían que ver con la construcción y decoración de nuestras casas, en su muy particular estilo. Y si digo particular es en serio: de la nada le entraba como una mirada anhelante y se quedaba callada, pensando, y antes de que te dieras cuenta, le veías agarrar una toalla (si, una toalla. La gente común agarraría una cinta métrica, ella mide las cosas en toallas) y empezar a medir distancias mientras hablaba sola: “si, acá podemos hacer una abertura, y añadir una chimenea, y un nuevo pasillo que salga al patio”. Así toda mi existencia pasó en varias construcciones de diversas magnitudes, y no puedo decir que soy ajena a la cuestión. Pero tener la responsabilidad de estar al frente de una construcción en sí, resultó otro cantar, pajaritos.

Había sido que uno tiene que llamar a hacer que se repongan los materiales, no es solo la mano de obra, resultase que el cemento vale su peso en oro, que la arena en bolsas no dura lo que una coca de litro, que se terminó la cal, que llamá a la casa de materiales para que repongan, que el perro comió el alisador de pared, que el piso no alcanzó porque la casa no era lo “encuadrada” suficiente y hubo que romper muchos y otras bellezas que escucho a diario y que ya casi ni me asustan,…casi.

Horacio anda con los nervios de punta porque sus aparatos electrónicos “se van a arruinar con tanto polvo”, ambos canes de la casa, encantados con sus roles de albañiles, están chochos de la vida..por lo menos me parece que están chochos, debajo de la capa gruesa de cemento y cal que tienen encima, parece que mueven las colas..y yo, desesperada en el intento de tratar de convivir dignamente con el campo de batalla, digo, la obra; traté los primeros días al llegar de noche a casa de barrer (pareció la tormenta del desierto), de pasar el plumero (inútilmente, a los 5 minutos había una nueva capa de polvo, el doble de gruesa que la anterior) y por último, saqué mi confiable trapeador que es genial porque no tenés que escurrir el trapo con tus manos, sino en el baldecito, una genialidad..en fin..saqué el trapeador y le mostré la suciedad; la suciedad se rió y el trapeador dijo “no, con esto yo no me animo”, insistí y le mostré el Poet y le dije “vamos que podemos” y la suciedad pegó un aullido de victoria y el trapeador lloró y me dijo “ni en pedo” y se fue con el ego destrozado. Yo me quedé pensando seriamente porqué era que empezamos todo esto desde un principio.

Ah, claro. Porque un domingo mi mamá vino a comer y estábamos diciéndole que queríamos arreglar el piso, que estaba medio viejito y ella dijo “ahora que me dicen..” y se fue a buscar una toalla del baño.
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