viernes, 12 de septiembre de 2008

Mucha arena para mi camioncito

Expresión popular que indica que un concepto o información representa demasiado esfuerzo para su retención o procesamiento en el cerebro. De un tiempo a esta parte me puse a pensar en los tipos de novias y esposas, dado que hasta hace unos meses yo era una cosa y ahora soy la otra, creo que me es lícito opinar sobre ambos estados.

Conozco unas cuantas personas monógamas seriales, y eso es fabuloso. La monogamia trae una muy beneficiosa sensación de estabilidad en la vida de las personas involucradas en ella, siempre y cuando sea llevada al pie de la letra y sin subterfugios que busquen justificar la infidelidad como vía de despresurización eventual.

Ahora, lo que hoy estaba pensando es que existen varios tipos de noviazgos, y hoy no voy a atacar a ningún hombre para exponer mi punto, lo prometo. Hoy voy a hablar de las mujeres. Tengo que confesar para comenzar que soy una de esas féminas que rehuye con horror de lo cursi, y a quien lo cursi le parece absolutamente sobrevaluado en el universo de las relaciones sentimentales. No malinterpretar, soy romántica, que no es lo mismo. Me fascina la idea de que el romance y sus interpretaciones es tan amplio que puede ser expresado de múltiples maneras, otorgando así esa lozanía tan necesaria para el noviazgo o matrimonio a medida que pasa el tiempo.

Pero también existen mujeres que nacen con un chip de la cursilería portentosamente insertado en el medio de sus lindas cabecitas, este tipo de mujeres que tienen algún tipo de superpoder escondido en sus carteras que les permiten tener al hombre en una imperceptible pero bien atada correa. Les encantan los ositos de peluche, winnie the pooh, la ropa rosada y el brushing con rulos en la punta. Por la cantidad de tiempo invertida en la inspección de las andanzas del fulano, no tienen tiempo para la política, la actualidad nacional e internacional, la lectura introspectiva o cualquier otro interés que no sea hablar con el objeto de su afecto. Se ríen como se reiría la barbie si tuviese voz. Aman recibir rosas (siempre rosas, nunca otra flor y casi siempre rojas) y, como celan hasta del aire, tienen una velocidad en los dedos con uñas regularmente de manicure que se acerca a la de la luz, de tantos mensajes enviados para controlar al infeliz que tengan de novio o esposo. Cualquier cosa que no involucre perseguir a éste individuo lo consideran indigno de sus esfuerzos.

Y es ahí donde normalmente vemos esas relaciones que se caen de cursis y que nos hacen mirar otro lado de incomodidad cuando somos testigos de los arrumacos, de las miradas de novela, de los suspiros y de la forma de hablar melosa y ridícula que hace quedar a los teletubbies como miembros de la Real Academia Española.

Y no odio al pecador, odio al pecado. Es más, tengo muy queridos amigos, parientes y conocidos que se pasean por la vida metidos en este tipo de yugo y son de lo más felices, o por lo menos manifiestan serlo.

Lo que quiero decir solamente es que es tan terriblemente irritante cuando uno está en medio de una de esas parejas y éstos proceden a susurrar (como si igual uno no fuera a escuchar lo que dicen) en esa lengua que solo a ellos les debe parecer encantadora: “queresh un poquito de enshaladita en tu platito, bebeshito re mi coatón, shi?” …y la otra poniendo puchero de infante y expresión de cociente intelectual 5: “no she, poque quero tomar heladito respuesh, vo me queré, shi?”.

Es necesario que pongamos un alto a este tipo de manifestaciones de afecto en público, es necesario que juntemos coraje todos los que tenemos capacidad de bochorno en el mundo e informemos a amigos, parientes y compañeros de trabajo que nos averguenza más allá de lo expresable la conducta que sin desparpajo muestran delante de nosotros y el universo.

Yo amo a mi esposo, pero ni cuando fuimos novios ni ahora se me cruzaría jamás por la mente empezar a hablarle como si llevara un chupete en la boca y el fuera mi compañero de kinder, es más.. creo que si alguna vez se me ocurriese hacerlo, recibiría de respuesta una sonora carcajada en lugar de la melosidad recíproca.

Lo notable de todo esto es que estas chicas son las que generalmente logran atrapar al hombre de su predilección y someterlo de una forma notable a una relación monógama y eterna, en muchos casos. Y someterlo en todo el sentido de la palabra. El pobre iluso se pasa la vida jurándose a si mismo que apenas tenga la oportunidad va a zafarse de la novia-con-complejo-de-elvira (veáse tiny toons), jura y perjura a los amigos que es la última vez que falta a un partido de fútbol porque tiene que ir a la expobodas con la susodicha, levanta el puño al cielo prometiendo no volver a pasarse horas en la peluquería esperando a que ella termine su sesión de belleza siendo que su presencia ahí no solo es molesta sino innecesaria, excepto para la feliz enamorada que quiere tenerlo ahí a toda costa para “tenerlo a la vista”. Sale corriendo y atragantado en medio de una comida porque ella llama (por enésima vez en el día) y pobre de él si no atiende el teléfono; y muchas otras conductas demenciales que pueden aportar en los comentarios.

Amigas, estas mujeres saben algo que el resto de nosotras no sabemos, y que mantiene a los hombres con la proverbial soga en el cuello, pero yo, por encuanto, voy a seguir hablando correcto español y llamando una vez al día, mantiene el misterio, y mis muchas ganas de ver a mi amado al final del día. Y probablemente las ganas de él sean iguales, y a diferencia de los ensogados, más sinceras.

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